martes, 1 de abril de 2008

Rosa Elena Gómez de Villa

La Cómplice

Cuando aquél hombre me buscó para que fuera su cómplice, me asusté mucho.

No tenía idea cuán importante sería mi participación en el hecho, pero así fue y sé que, valiente y audaz lo volvería a hacer si fuera necesario. Ruego que no.

Hacía varios años que yo deambulaba de aquí para allá, sin encontrar un sitio fijo. Estaba vieja, y sabía, que cuando algo o alguien tiene muchos años le encuentran defectos. Hasta se hacen los desentendidos, como si no lo conocieran a uno. - "Está pasada de moda" - les oí comentar entre risitas , cierta tarde. Pero hoy mi imagen apareció en los periódicos y la televisión, pobres necios, hasta me han descrito como esbelta y armoniosa figura.
Se olvidaron de mi edad y otros frívolos detalles con los que se regodeaban antes. Destacan solo mi labor concienzuda y esclarecedora. Soy un ejemplo de la memoria que todos los pueblos deben conservar, para que la justicia no sea una palabra hueca y aparatosa en el hipócrita discurso de muchos.
Pero vamos a los hechos.

El hombre insignificante y pecoso me eligió esa mañana entre muchas, tan capaces y poco llamativas como yo.

Me entregó en custodia esos tesoros que ansiosos hombres y mujeres amaban. Me vigiló un tiempo para cerciorarse que cumplía mi trabajo sin aflojar,ni moverme un centímetro de mi puesto. Después, creí que se había olvidado de mi, pero no fué así.

Hace una semana ÉL CONFESÓ. Y me relevaron de mis funciones.

Sé que algunos rezaron para que sus tesoros no estuvieran conmigo, porque la esperanza no les dejaba caer las manos,vacías de flores y caricias. Pero otros lloraron aliviado llanto, encendieron velas y saben que nunca más escudriñarán rostros en la multitud, buscando, siempre buscando.

Y me lo deben a mí y al anónimo hombre pecoso. Quien plantó mis pies de hierro sobre la múltiple tumba de los NNs, que han descubierto y desenterrado la semana pasada. Luego vendrán los análisis, las pruebas y los exámenes que llevarán la paz a los doloridos, pero nunca resignados familiares.

Mis brazos en cruz, sin gracia, anticuados, y , muy a pesar de "Ellos", justicieros, ya pueden oxidarse en Paz.-
"Porque la memoria siempre es buena"

Marcos Juarez - Córdoba - Argentina


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