domingo, 20 de diciembre de 2009

Nº 51 - Verano 2009/2010

Pueblos Ranqueles 2009


Celebramos una vez más juntamente con el Ipem Nº 141 "Dr Dalmacio Vélez Sarfield" de Huinca Renancó, que este año cumplió sus Bodas de Oro, sus 50 años brindando educación a nuestro jóvenes, la segunda edición del certamen literario denominado "Pueblos Ranqueles", destinado a premiar con una estatuilla que hace honor a nuestros primeros habitantes que poblaron estas regiones del centro del país, a la obra literaria de tantos hacedores de la palabra.
De un total de alrededor de 140 trabajos, provenientes de diversos puntos del país, nuestra ciudad, región , como así también de Latinoamérica y España, el jurado designado por dicho establecimiento educativo y nuestra revista, que curiosamente también este año atravesó los umbrales de los cincuenta ejemplares, desde sus inicios allá por la década de los 80 cuando inició su circulación de manera artesanal, hoy con los adelantos de la tecnología se convierte en una publicación masiva a través de la red de Internet, seleccionó a los siguientes autores, en los rubros de poesía y narrativa:
POESÍA:

PRIMER PREMIO: CUANDO REGRESEN LAS ABEJAS
AUTORA: IRMA DROZ - Santa María de Punilla (Córdoba)

PRIMERA MENCIÓN: PIETRO DE LA NOSTALGIA
AUTOR: JOSÉ LUÍS FRASINETTI Gral Belgrano (Bs As)

SEGUNDA MENCIÓN EL PODER DE UNA PALABRA
AUTORA: MARÍA J .MARRODÀN GIRONÈS Logroño (España)

TERCERA MENCIÓN: EL PODER QUE DUELE
AUTORA: GRACIELA FERREYRA. Pergamino (Bs As)

NARRATIVA

PRIMER PREMIO: MACACHINES EN FLOR Y PECHITOS COLORADOS
AUTOR: NÉSTOR RUBÉN CALÒS Merlo (Bs As)

PRIMERA MENCIÓN: DELICIA
AUTOR: ELIO BERNABÉ PIÑERO Paraná (Ente Ríos)

SEGUNDA MENCIÓN: UNA PARTE DE MÍ, CON ELLA
AUTORA: STELLA MARIS BERTINELLI DE INGOLOTTI Quilmes (Bs As)

TERCERA MENCIÓN: UN TIEMPO QUE ENCOGE
AUTOR: ELBIS GILARDI (Brikmann (Córdoba)

Felicitamos a ganadores y participantes del mismo, al mismo tiempo que agradecemos la loable e importante participación en iniciativas de estas características que provienen de una escuela pública como es el Ipem Nº 141 "Dr Dalmacio Vélez Sársfield" y de nuestra revista literaria, ya que permiten su continuidad en el tiempo.
En el próximo número se publicarán los trabajos que recibieron menciones especiales

Charles Bukowski



Manual de combate

Dijeron que Céline era un nazi
dijeron que Pound era un fascista
dijeron que Hamsun era un nazi y un fascista.
pusieron a Dostoievsky frente a un pelotón
de fusilamiento
y mataron a Lorca
le dieron electroshocks a Hemingway
(y vos sabés que se pegó un tiro)
y echaron a Villon de la ciudad (París)
y Mayakovsky
desilusionado con el régimen
y luego de una pelea de enamorados,
bueno,
también se pegó un tiro.
Chatterton se tomó veneno de ratas
y funcionó
y algunos dicen que Malcom Lowry se murió
ahogado en su propio vómito
borracho.
Crane se tiró a las hélices
del barco o a los tiburones.

El sol de Harry Crosby era negro.
Berryman prefirió el puente.
Plath no encendió el horno.

Séneca se cortó las muñecas en la
bañera (es la mejor manera:
en agua tibia)
Thomas y Behan se emborracharon
hasta morir y
hay muchos más.
¿y vos querés ser un
escritor?

es esa clase de guerra:
la creación mata,
muchos se vuelven locos,
algunos pierden el rumbo y
no lo pueden hacer
nunca más.

algunos pocos llegan a viejo.
algunos pocos hacen plata.
algunos se mueren de hambre (como Vallejo).
es esa clase de guerra:
bajas por todas partes.

está bien, adelante
hacelo
pero cuando te ataquen
por el lado que no ves
no me vengas con
remordimientos.

ahora me voy a fumar un cigarrillo
Nacido con el nombre de Heinrich Karl Bukowski (Andernach, 16 de agosto de 1920 - Los Ángeles, 9 de marzo de 1994), fue un escritor y poeta estadounidense. A menudo fue erróneamente asociado con los escritores de la Generación Beat, debido a sus similitudes de estilo y actitud. La escritura de Bukowski está fuertemente influida con la atmósfera de la ciudad donde pasó la mayor parte de su vida, Los Ángeles en los Estados Unidos. Bukowski fue un autor prolífico, escribió más de cincuenta libros, incontables relatos cortos y multitud de poemas Murió de leucemia en 1994, a la edad de 73 años. Hoy en día es considerado uno de los escritores estadounidense más influyentes y símbolo del "realismo sucio" y la literatura independiente. Entre su vasta obra podemos mencionar : "Una de las más ardientes y otros poemas", "Poemas de la última noche de la tierra" , "Madrigales de la pensión", "Cartero" ,"Factótum", "La senda del perdedor", "Hollywood" ,: "Secuelas de una larguísima nota de rechazo" , El capitán salió a comer y los marineros tomaron el barco"

Leyendas Argentinas








El Crespín

Crespín tenía una hermosa mujer como esposa, se amaban, perro ella tenia una adición incontrolable por el baile. Esta preferencia causaba peleas que desembocaron en el abandono de la mujer a su marido. Así podría bailar hasta el amanecer en cuanta bailanta se la invitara. Cierta vez tuvo noticias de una grave enfermedad de Crespín. Respondiendo a su sincero amor concurre al rancho, donde encuentra a su marido en estado delicado. Rápidamente sale a buscar a la curandera, pero en el camino encuentra un concurrido baile. No puede resistir sus ganas de danzar y se queda hasta el final. Cuando regresa, su esposo yace muerto. Dios la castiga, transformándola en un solitario pajarito, que va llamando incesantemente a su marido.
Crespín …., Crespín…., Crespín.
(Leyenda santiagueña – Argentina).

Néstor Rubén Calós

Macachines en flor y pechitos colorados

La pampa desmedida, extensa como un mar quieto y dormido, sin árboles, edificaciones o referencias que pudieran jalonar sus distancias inmensas, era todo el paisaje que el viejo coronel Edelmiro Romano podía regalarse desde su puesto de vigía, mientras fumaba un habano en la galería sombreada de la casa.
Tenía 76 años bien llevados, todavía era ágil y conocía los trabajos del campo en los detalles necesarios.
El buen pasar de su vejez estaba asegurado por la pensión vitalicia, que el gobierno le otorgara a su “meritoria campaña” en la Conquista del Desierto, y unos logros en bien de la “Pacificación” con algunas tribus; sellada por títulos a perpetuidad con esa estancia que compartía con sus hijas, yernos, media docena de peones leales y un indio huiliche, desertor de Calfucurá, casi tan viejo como él, que le servía de asistente
Solía recibir en ella a sus amigos de la sociedad porteña, agasajándolos con esplendor y confortable hospitalidad. Presumía de su gusto mundano mostrando un salón confitería importado de Francia de cielorraso muy alto, con arañas y cuadros de colección, para que sus invitados no fueran a extrañar en su estancia los placeres y refinamientos capitalinos, y disfrutaba del asombro que causaban esos grandes ventiladores ingleses que mantenían el ambiente siempre fresco, aún en las agobiantes tardes de verano.
La estancia, como atalaya y mojón, pintada de rosa fuerte y rebautizada “Doña Agustina” luciendo un mástil siempre embanderado sobre el techo más alto, reinaba en medio de aquella extensión de veranos polvorientos y crudos inviernos, cuyas primaveras se anunciaban por la aparición de las rojas (sólo rojas) flores de los canteros cercanos a la casa, los macachines en flor y las manchas en el suelo de las bandadas de pechitos colorados, que en ese tiempo todavía recorrían la pampa
Ese verde océano inmóvil rodeando la casa, era algo más que la extensión que mostraba a simple vista. Un observador acostumbrado podría notar la diferencia sólo con escuchar los ruidos al comenzar el día. Animales llamando a sus crías, canto enloquecido de pájaros y gallos, balar, mugir, ladrar, gritos, cacareos; el trajín de las primeras labores en la cocina y el galpón, era la bullanga que iniciaba la mañana y, a poco que se prestara atención, se podía sentir el indescifrable ruido, que viene de quién sabe qué lejanías, propio del campo cuando sale el sol.
Antes del mediodía, el coronel, como le decían en la casa, salvo el “tatita” de las hijas y el respetuoso “mi coronel” de los peones; encontraba siempre algún interlocutor dispuesto a prestar oreja a su repetido relato de militar expedicionario; menos el indio viejo, que era un poco sordo y decía no entender bien el castellano. Se referían, por lo general, a la gloria de sus incursiones por las Salinas Grandes, entre los ranqueles, boroganos y pampas, a los que se jactaba de haber tratado como un militar Levantando el dedo índice como predicador, afirmaba que todos eran hijos de Dios puestos a veces en el mal camino. No decía que en pago a esos servicios se le había otorgado, además de la pensión, aquella propiedad y unas dos mil hectáreas de campo flor; antigua herencia de un conocido opositor, muerto de mala muerte en esa misma casa, no bien se conoció el resultado del combate entre los “Revolucionarios del Sur” y los Federales allá por Chascomús, el 7 de noviembre del 39.
de honor. Pasaba el día en solitario, dado en materializar recuerdos de ánima viva en las cosas que le rodeaban. Se veía mozo y al galope por los llanos que su vista seguía hasta el horizonte. Su mangrullo de vigía era aquel algarrobo colorado cercano a la casa de los peones; su sillón de hamaca, el puesto de comando; la galería, el cuartel general de operaciones y el plano de acción de guerra, el arabesco de las baldosas.
Esa noche, cargada con el perfume de los jazmines y un presagio de tormenta, cenaron temprano. El coronel abusó de las anécdotas (ya conocidas) inspiradas en la ignorancia que aquellos salvajes tenían sobre ciertos aspectos de la civilización, y la ignorancia de las indias sobre ciertos aspectos.
Rió, entre comida y bebida abundantes, por la afilada procacidad de su ingenio, mientras volvía a beber esperando los postres, que se hicieron desear. Sin dejar sus bromas, salió a fumar su acostumbrado media corona en el sillón hamaca y puesto de comando; el indio viejo le alcanzó un té de yuyos que él mismo preparaba, con una fórmula traída de las tolderías, mientras le aflojaba los cordones de las polainas de cuero, que el coronel únicamente se quitaba para dormir.
Un suave letargo le hizo continuar hablando solo mientras bebía su té. Sintió una emoción opresora que le subía al pecho. Casi dejó caer la taza, entrecerró los ojos un buen rato y al abrirlos le pareció percibir entre las brumas de esa noche desvelada, un movimiento no común.
Trató de ver algo en la cerrada oscuridad, y escuchó como un ruido sordo que venía desde los árboles y arbustos de la cercanía. Un silbido largo. Un grito ahogado.
Bajó los dos escalones de la galería y sintió el poder de aquella noche sin luna, cruzó el jardín y pasó los árboles próximos a la casa siguiendo unos brillos extraños entre lo oscuro y la nada. En un más allá todavía, que no pudo calcular ni en tiempo ni distancia, se encontró frente a frente con el cacique Yanquetruz que lo miraba feroz; montado en un lobuno pampa, apero completo de plata mil, vestido como de fiesta, saliendo del olvido como si no quisiera estar muerto. Con él, los caciques Painé, Nahuelchico, Coliqueo, mostrando en su apostura, que en su vida bárbara no conocieron el miedo a la pelea.

Los nombró a todos, a todos los reconoció a pesar de la blancura y el brillo que se desprendía de ellos, haciendo casi día de la noche. Detrás venían las tribus, en filas ordenadas y casi silenciosas: los ranqueles, los pampas, los araucanos, algunos cubiertos con finos ponchos, otros, mostrando unas heridas mortales cruzándole el pecho. Montando sus baguales cortos y de cuello robusto, portaban empenachadas lanzas de más de cuatro metros que algunos hicieron girar encima de su cabeza mientras gritaban golpeándose la boca; alcanzó a ver unos pocos rifles, alguna botella de aguardiente, un rosario prendido a un cabezal de cuero trenzado. Vio a gran cantidad de ellos trayendo su cabeza en la mano, mostrándosela cuando pasaban, y un carro cubierto con lona gruesa, que el indio que lo conducía levantó, cargado con más cabezas, que parecían aún sangrar. Era un desfile interminable, venido del arcano de sus penas infinitas, que el viejo coronel no alcanzaba a comprender.
Con el mismo orden, la misma brillante blancura, mezcladas con sus guerreros venían las mujeres y sus chiquillos bien vestidos y hasta con algún modesto adorno. Con ellos los perros, flacos como ánimas. Muchos niños mutilados eran mostrados por sus madres al coronel, otros tenían una raya roja en la garganta, al igual que sus madres. Un sordo rumor de llantos sin palabras era el coro que acompañaba aquella procesión, venida de sus desbastados aduares y con rumbo al olvido.
Se metió entre ellos, los brazos en alto para llamar la atención que nadie le prestó, ni siquiera su indio asistente que lo miraba impávido. Quiso hablar y fue topado por los pechos de los caballos, alguna espuela de plata le hincó el brazo, un estribo le golpeó la cara. Dio vueltas sobre sí mismo, la barahúnda lastimera de aquellos muertos vivos lo ensordecía, asimiló el espanto, gritó un gutural perdón que ignoró la caravana traslúcida; se apretó los oídos, cayó de rodillas.
Lo encontraron los peones al amanecer, a más de cincuenta metros de la casa, los brazos y la cara lastimados por las espinas del cerco de cina-cina que pretendió traspasar,
muerto y frío, las piernas dobladas, una mano en el oído y con los ojos muy abiertos; como conteniendo en ellos, el espanto de la gloria.
1º Premio narrativa certamen literario: “Pueblos Ranqueles 2009”

Merlo (Buenos Aires) . Argentina
Contacto:
litterarius@yahoo.com.ar

Irma Droz

Cuando regresen las abejas

Grita en silencio, de cara al cielo,
la amarga boca de los campos desolados.
Agonizan inertes.
No entienden de retenciones, acuerdos y protestas.
Sólo saben abrirse en surcos dispuestos a la siembra,
arrullar la simiente y germinar ...
Germinar, hasta entregarse en espigas,
por el sólo milagro de cumplir con su destino de ofrenda.

Menguaron los mensajes entre el aromo y la verbena.
Las abejas, agobiadas,
se refugiaron en el abrigo dulce de sus colmenas,
olvidaron los estambres,
ya no regresan.

Siguen los hombres su oración insolente de protestas.
Ignoran la cuota del respeto,
la claridad del diálogo,
los riesgos del disenso.

Es infinita y quebrada la distancia que media
entre el aromo y la verbena.
Él extiende con pálidos capullos,
sus brazos ásperos, cansados ...
Ella, reclama el rojo ardiente
a ras del suelo, su soledad irremediable.

Tal vez, haya otro tiempo de mensajes
cuando los hombres depongan mezquindades
y en un amanecer de surcos madurando
regresen las abejas.


1º Premio Poesía : Certamen Literario "Pueblos Ranqueles 2009"

Santa María de Punilla (Córdoba). Argentina

Contacto: drozfernandez@tutopia.com




Marta  Pizzo

Tangueras ocultas de la Ciudad

(Sentimientos de una mujer que escribe tangos HOY)

Está llamando a mi puerta.
Sin pedirme permiso, se mete en mi agonía, en mis sueños, en mis ganas, en mi melancolía.
Me mira de reojo y mete un guiño. Me chamuya, me incita.
Pasea su presente por el riel de mi historia. Me conmueve, me mueve, me grita, me provoca.
No pregunta, no finge, me agita en el retruco y yo... tengo mis cartas.
Pero resulta claro que el género me pesa; me dijeron que es “macho”; tanto tragar mandatos, resulta improcedente que me meta en sus filas...
Y la psicología de los que hicieron prensa, me prensa la sabiola y quiere hacer la suya: Que el Tango es masculino, singular, sustantivo, las más veces... pasado.
Se acepta el desafío. Se produce el reencuentro.
En la Ciudad Oculta, a plena luz del día, se teje alguna historia que hace girar la rueda.
Y las minas ocultas, en ocultas ciudades, de ocultas inclusiones, pintamos los colores que nos hacen palomas, mariposas veladas con rebelión de locas, como esas Madres grandes que nos dejó la Plaza.
Detrás de tanta mierda dibujando el presente, les daremos batalla las perlas invisibles. Contaremos historias después de haber parido, de haber limpiado casas y preparado cenas.
Más allá de la escoba, la franela y las ollas, un cuaderno dormido nos prestará sus hojas, y el vuelo será en lápiz quien mostrará el camino.
Porque suena a mentira que los hombres no lloran, que el músculo domina y que hay que tener huevos.
Con el amor a cuestas, con la bronca del día, con la filosofía de haber cambiado cacas y aprendido las reglas, se huele en los andenes, en las calles mugrientas, en múltiples barriadas, que está sonando el río.
Se acepta el desafío de mostrar con las letras, con la hidalga herramienta que nos da la palabra, que el Tango nos incumbe.
Y manos a la obra pincelamos los versos, y andaremos de fiesta por la doliente urbe, rebelando pasiones, acariciando esperas, denunciando terrores vestidos de cordero, piqueteando miserias. Enamorando amores, tragando desengaños, cabalgando por nubes que juegan de ilusiones.
Aquí estamos señores, con el Tango en el Alma, para que el pentagrama se llene de sentidos, y vibren las milongas al compás mujeriego del cantar de las rosas.Bienvenido a mi espera Tango, que te estaba esperando como un hada sedienta, como amante sin velo.
Buenos Aires. Argentina

Graciela Pucci

Después

La pasión me desata
entre bambalinas y deseo
manos sin contornos
transitan senderos inexplorados
grutas grávidas de anhelo
invitan a reconocerlas

inicio la travesía

El ritmo mutuo se acompasa

Urgencia de piel
fuego en las entrañas
éxtasis
humedad
y
silencio.

Oscuridad salobre
en palabras muertas
desunión
frío
tinieblas

hueco infinito dentro del pecho.

Los sueños me pulverizan
en el cuarto de los espejos.


(1º Premio- 5º Certamen Internacional de Poesía y Cuento Mis Escritos)

Buenos Aires, Argentina
Contacto: revistaliterartedigital@gmail.com

sábado, 19 de septiembre de 2009

Nº 50 - Primavera 2009

Miguel Abuelo


Letras en el rock argentino


Buen día, día. Día, buen día.


Buen día, perro, mujer buen día.
Árbol buen día, señor buen día.
Buen día, hijo, hermano buen día.
Buen día, día. día, buen día.
Soy todos tus olvidos
y de todos tus olvidos
aparece mi alimento.

Aquí tu libertad,
aquí tu intención
apelmazada de ser pájaro.
Aquí la piedra de tu risa.
Aquí... mi boca arriba y gritando
Buen día, a todo lo que pasa.
Yo soy el que da rota de tu paso olvidado.
Aquel que te camina,
descalzo entre tus pasos.
Nada sé, no. Nada sé...

Buen día, día. día, buen día.
Buen día, sol, soles buen día.
Tontos buen día, señora buen día.
Buen día, aire, luna buen día.
Aquí tu libertad,
aquí tu intención apelmazada de ser pájaro.
Aquí la piedra de tu risa,
aquí mi boca arriba gritando: Buen día,
a todo lo que pasa.

Juntos cavaremos hasta la superficie de mi tierra.
Tu dolor es amor transformándose en mundo
y una caja es mi cuerpo donde el dolor no cesa.
Adentro mío;
Escarba hoy en tu mano tratando de
ubicarte en la cima.
Embelésate ahora que estas vivo.
Este mundo era ya una loquearía.
Vamos...adelante.
Llevaras todo junto,
llanura y vegetal entrelazado.
Agua sobre fuego y fuego bajo tierra.
Sé bien que tus coros se pondrán
contentos.

Vamos...adelante.
Que suba lo que crece.
Lo que se fue se vaya.
Aquí voy yo.
El que río y río
bajo y sobre las vertientes.
Aquí voy yo,
el que tentó al amigo.
Oíd, oíd, que hermoso ría que suena en tí
llamando, humano, humano, humano...

El pensamiento corre,
el cuerpo baila.
Los ojos iluminan.
La voz llega y escapa.
Por que trastocar la lozanía
que hay en tu alma?
Ah! La estridente coraza.
Oh! La enfrascadora jornada.
Brindo contigo, Holderlin.
Por lo gratis, al bendición etérea.
Y óiganse las manos serviciales.
La tares del amor,
creativo y fraternal.

Buen día, remanso, tempestad buen día.
Buen día, ruta, muerte buen día.
Buen día, día.
Ey! Y si hubieras contraído
compromiso con la muerte?
Y si hubieras muerto acaso?
Peleando o creyendo.
O intentando escaleras para atrapar las
espaldas del cielo?
Hubieras llevado gloria hacia allá
(hacia desde donde ya no se vuelve)
Pero también, hubieras dejado fábula,
utopía y polvo
entre mis cofrades mortales.

Pobre eres si no llevas repletas las arcas
de tu corazón.
Idiota perdido aquel que no se reconozca en un
odio insensato.
Que imbécil no verá su pasión mas
desjuiciada.
Y que clase de rico será
quien no lleve todo junto y en un solo puño
la psiquis y el latido de su pueblo.

Buen día, día. día buen día.
Buen día estrella, humildes buen día.
Buen día cerca, lejos buen día.
Buen día, buenos locos buen día.
Buen día, mañana. Traición buen día.
Del ultimo sueño vengo,
del ultimo sueño soñado.
Han caído cortezas de mí.
Imperios han venido y desaparecido.
He comido el pan de la locura.
He sido cuerpos de otros cuerpos
y me he despertado en fiestas y caídas.

He sido celoso como mi ángel guardián
y paciente como las arañas.
Tanto he dormido en el azul barro del
invierno como he vuelto desde la blanca luz
de los ciegos del mundo desierto
entre cactus, reptiles y minerales.
Buen día, dia. día, buen día.
Mi joven realidad ya no se busca
en los reflejos de un espejo astillado.
No quiero ser un barco anclado
sobre un río tormentoso.

¡He venido a mover y darle
marcha a la fanfarria!
me fecunda la música que tonifica
el cura.
Los poetas me acusan de deber ser
valiente.
Las artes para siempre,
las musas sin cadenas.
Huelo, como vino, juego.
Me recuesto cara al cielo.
y mi reposo goza en la paz de cada origen.

Buen día, día.
Adiós barcos anclados sobre torrentosas aguas.
Adiós espejos astillados.
No nosotros, regocijo del rocío
sobre narices esplendidas.
No, no, no,
no nosotros
elásticos celebradores de deseos.
Buen día, día.
Buen día, futuro venturoso.
Buen día, día.


Miguel "Abuelo" Peralta, nació el 21 de febrero de 1946, formó parte de los pioneros del rock nacional que se reunían en La Cueva, como Litto Nebbia, Tanguito, Moris, Javier Martinez. En 1967 formó "Los Abuelos de la Nada".
Falleció de sida en 1988




Susana Azcona

En camino – una etapa

Mi fisonomía
punza el candor ajeno.
Doy una vuelta para mirar
y es un siglo
en el dolor del hombre.
Me llaman
desde algún ángulo
y sólo alcanzo
a distinguir una distancia.
Me erosiono
hasta alcanzar la simetría
que me ponga
en la línea vibrante
hoy.


(de: Albergue adentro)

Carrodilla (Mendoza), Argentina.

Contacto: susana.azcona@hotmail.com

José Repiso Moyano

EDUCAR LA SENSIBILIDAD

Toda persona educa su sensibilidad para algo, en función de lo que debe realizar -por responsabilidad individual- y de lo que desea: una mujer puede educarla para ser madre, un niño para ser cantante o un “niño-soldado” para el odio o para la guerra. Un pueblo puede haber sido educado para sobrevalorar el dinero, una joven lo puede haber sido para amar con respecto a la sublimación de unos cánones de belleza, un corporativismo de profesionales de la psiquiatría para ver enfermedades sólo y no precisamente personas, sobre todo, que no han podido evitar las circunstancias que les ha tocado vivir -en este sentido existen enfermedades que corresponden a circunstancias que las posee todo el mundo: obsesiones, fobias, tensiones, etc.-, unos periodistas para aceptar guerras justificadas o, unos periódicos, no para proteger al ciudadano en general y a la razón sin cortapisas, sino unos intereses propios, muy propios. En verdad, en un mundo donde se favorece a unos mucho y a otros no, los poetas de los países ricos se sobrevaloran demasiado por creerse sensibles, "negociantes" en ser solidarios por dar dinero del mucho que les sobra; en cambio, un ser humano en otro lugar puede ser perfectamente más sensible con su medio natural o los miembros de una comunidad en otro lugar más solidarios entre ellos. Pero lo peor o lo desagradable es que, éstos últimos, no van todo el día presumiendo de ser sensibles o solidarios, no lo utilizan como cualidad o truco para el éxito o como recurso publicitario para dar una buena imagen de buen progreso, aun de pueblo o de país. O ¿es, eso, acaso algo que sirve para justificar errores, para... lavar conciencias por el camino más corto? En demostración posible, los medios de comunicación siempre difunden que son -¿cómo no?- los solidarios los países ricos -EE.UU..., Francia, España, etc.- y, al ser solidarios, ¿para qué pedir más?, pues... que sigan haciendo lo que quieran. También, los santos en tales países desarrollados son muy difundidos y protegidos; pero no los de cualquier otro país, esos precisamente que tienen que esforzarse "sin salida para recoger ayudas" muchas veces más para, luego, ser considerados como... nada. Ellos –esos que siempre presumen de su derroche- siempre dicen: "Esta empresa es la mejor del mundo", "Este restaurante es el mejor del mundo", "Este pueblo es el mejor del mundo", "Esta casa es la mejor del mundo"; pero ¿qué saben ellos lo que es... el mundo? Son ególatras, sin duda.
Nota.- Otro aspecto, el cual no se debe olvidar, es que educan los que más poder tienen para resignar a los demás a que acepten su poder: que no se preocupen mientras ellos lo tienen todo organizado o preparado a su favor. Es la sangre fría, pero poseen casi todos los medios para que prevalezca.
España

Ana María Sixto




HISTORIA DE UN BRAVO CACIQUE





Se dice que nació en los Pagos de Carhué,se decía que su madre, había sido una cautiva de Rió Cuarto, y de allí había heredado la suavidad de rasgos, pero su osadía, temeridad y valentía respondían a su raza..
.
Mencionando Schoo el historiador, algunos rasgos manifestaba que su madre se había enamorado de su padre, un capitanejo que tenia la particularidad de "amansar fieras".Es decir, amansaba pumas. se dedicaba a la crianza y adiestramiento de pumas americanos.(Ailla-nueve/pangui=puma)...Por ser de gran contextura física se destacaba sobre los demas,y era respetado por haber tenido amplios éxitos en la zona de Pergamino, donde había vencido a los militares con ferocidad e ingenio.usaba con destreza el lazo y se alzaba con facilidad con un malón de 4000 caballos.Hacian frente a los fusiles a repetición llevando dos caballos unidos por un lazo fuerte que llevaba en el medio una gran piedra, yendo a todo galope azuzando a los caballos,La piedra golpeaba ferozmente en el corazón del piquete impidiéndoles a los soldados tomar puntería. Portaba una lanza de 3 metros ,a veces la bola guacha o la bola perdida .El Gral. Villegas decía que era realmente algo sorprendente ya que esta destreza equivalía a 2 o tres personas.Pincén paso a la historia como indio cabal, baqueano consumado, cazador de fama, huidizo,y con frecuentes cambios. Transmitía a sus pares sus conocimientos y se resistía a firmar tratados de paz, a sus capitanes los atizaba para volver a malonear al oeste y Norte de la Prov. de Buenos Aires, Fortín Bagual, Fortín Vigilancia, Carlos Casares, Fortín Esperanza,La PiCaza,Junin,Bahia Blanca...Se llevó, con su audacia los caballos blancos del Gral. Villegas el 21 de Sep de 1877de la Comandancia de Trenque Lauquen.Aunque Pincen y el Gral. Villegas se tenían gran respeto fue Roca quien ordenó a Villegas a conducirlo prisionero, este cumplió, llevándolo detenido con su familia cerca de Choss Malal. Fue destinado a Martín García donde según se dice, murió...y aunque hay cierto misterio sobre la vida de este gran Cacique, muchos aseguran que fue visto en Guaminí. ,mientras otros sostenían que lo habían visto en algún lugar de La Pampa...Dejó numerosa familia y hoy, su biznieto Eduardo Pincén de 45 años de edad Profesor de Ciencias Natural presidente de la ONG NAMUNTU- que significa,"Estar de pié",asegura que el legado es inmenso,y sostiene;" fuimos los primeros rebeldes,por la frustración de sentirnos despojados ,desalojados y alejados de nuestra cultura".Afirma que el hombre está integrado a la Naturaleza y a la energía de las cosas. es uno mas con el Nehuén del agua, el viento, al guanaco y el ñandú ;Nuestro Espíritu, nuestro KEMPEU, es uno solo,y sufre mientras un descendiente esta perdido y revive cuando un descendiente pelea por su gente"... esta es una brevísima reseña de quien puede denominarse un "bravo"...quien habitó nuestras tierras,y dejó para siempre su recuerdo,de esa forma así se lo recuerda,cada quien que pase por allí, donde anduvo...PINCEN



Huinca Renancó (Córdoba), radicada en la actualidad en Buenos Aires

  Luís Vilchez

Vientres II

Después de todo - los hombres somos
centenares de pedazos de nostalgias
en torno a un camino de nalgas y de senos - de etéreas golondrinas...
de mujeres de barro
húmedos pasos de unos lentos poemas
que danzan por el vientre
de la madre tierra
otoños románticos y memorativos
cantándole a Eva
con memoria y sal... con mimos... con guerras...
bello-vuelo somos... y fuertes... y héroes en Sierra Maestra...
en revoluciones -revueltas- resonancias... nos repercutimos...
vivimos en cientos de estados del mundo
metamorfoseados en tantos silencios de campos quemados...
de árboles tristes... de niños sin techo
alas y palabras que caminan juntas
rumbo a un paraíso de frescos racimos...
estados de ánimos casi desnutridos...
caos y violencia -con temor y olvido-
invaden al hombre opíparos vicios
la luz de la luna lo energiza siempre
y unido a su brillo compone canciones
-románticos versos- para las mujeres...
instintos comunes de una misma especie
olores -ovarios- sobrenaturales...
hombres y mujeres de nardo y de sol
en mares y ríos -montañas y cerros-... en revoluciones
son hombres de guerra.... de guerra y sin paz.



( del libro: "Poemas de amor para una olla vacía")


San Luís (Argentina)
Contacto: revista_cultural_elviento@hotmail.com



sábado, 20 de junio de 2009

Mario Benedetti




In Memorian
(14 de septiembre 1920 - 19 de mayo 2009 )


El Sur también existe


Con su ritual de acero


sus grandes chimeneas


sus sabios clandestinos


su canto de sirenas


sus cielos de neón


sus ventas navideñas


su culto de dios padre


y de las charreteras


con sus llaves del reino


el norte es el que ordena





pero aquí abajo abajo


el hambre disponible


recurre al fruto amargo


de lo que otros deciden


mientras el tiempo pasa


y pasan los desfiles


y se hacen otras cosas


que el norte no prohibe


con su esperanza dura


el sur también existe





con sus predicadores


sus gases que envenenan


su escuela de chicago


sus dueños de la tierra


con sus trapos de lujo


y su pobre osamenta


sus defensas gastadas


sus gastos de defensa


con sus gesta invasora


el norte es el que ordena





pero aquí abajo abajo


cada uno en su escondite


hay hombres y mujeres


que saben a qué asirse


aprovechando el sol


y también los eclipses


apartando lo inútil


y usando lo que sirve


con su fe veterana


el Sur también existe





con su corno francés


y su academia sueca


su salsa americana


y sus llaves inglesas


con todos su misiles


y sus enciclopedias


su guerra de galaxias


y su saña opulenta


con todos sus laureles


el norte es el que ordena





pero aquí abajo abajo


cerca de las raíceses


donde la memoria


ningún recuerdo omite


y hay quienes se desmueren


y hay quienes se desviven


y así entre todos logran


lo que era un imposible


que todo el mundo sepa


que el Sur también existe

viernes, 19 de junio de 2009

Nº 49 - Invierno 2009

“Pueblos Ranqueles 2008”


Con esta denominación, y convocado por el Área de Letras del I.P.E.M. Nº 141 Dr. Dalmacio Vélez Sársfield de la ciudad de Huinca Renancó (Córdoba) Argentina y la revista literaria “Mapuche”, en el marco de la tercera “Feria del libro 2008” que organiza anualmente este centro educativo y declarada de interés provincial por la Honorable Cámara de Legisladores de la provincia de Córdoba, se realizó y con el objetivo de estimular y difundir la obra de creadores literarios de la región sur de Córdoba y el país, el 1ª Certamen Literario “Pueblos Ranqueles 2008”
En principio, y con un total de nueve participantes de localidades vecinas y autores locales, el jurado compuesto por los escritores realiquenses Gladis Sago, José Figueras, miembros de la Asociación Pampeana de Escritores (APE), y el editor de esta revista, falló de la siguiente manera en el género poesía y narrativa:
En poesía:

1º Premio : “De realidad a entelequia “ . Villa Huidobro (córdoba)

En narrativa:

1º Premio; “La Nada” . Diego López. Huinca Renancó (Córdoba)
Mención de honor: “Decisiones. María Carolina Allasia (Córdoba)

Tanto primer premio en poesía y narrativa los, ganadores recibieron estatuillas representativas de los aborígenes ranqueles que habitaron estos lugares del centro del país, como también la publicación de los trabajos en el presente número de revista “Mapuche”
Ya se se está trabajando en edición del segundo certamen “Pueblos Ranqueles 2009” que tendrá este año proyección a nivel nacional.
Oportunamente se difundirán las bases del mismo por distintos medios de comunicación, como vía correo electrónico a todos los amigos lectores de nuestra revista.

  María Carolina Allasia

Decisiones

Un día como cualquiera (aparentemente) Luciana decidió hablar con su familia:
-Mamá, Papá, quería hoy que hablemos. Quiero contarles, que mi vida, hermosa por tenerlos a ustedes, dio un giro.
Ya estoy grande, tengo 17 años, se lo que hago, aunque también me equivoco mucho.
Pero estos conforme con mis roles y los cumplo..
No soy un ejemplo de responsabilidad, soy una persona normal, y todos tenemos esas desviaciones provocadas por la época en la que vivimos.
Me hace crecer mucho cada error, me siento bien al experimentar, porque es la mejor forma de aprender.
Pareciera que estoy dando muchas vueltas, pero cuando se toma una decisión como esta, que ya les contaré, es necesaria una buena introducción. Pero no se asusten, es lo que menos deseo, solo quiero que vayan comprendiendo mi determinación.
Ustedes me conocen, siempre fui transparente, saben casi todo lo que hago y dejo de hacer. ¿Por qué digo casi todo? Porque a mi edad, por vergüenza, dejo de contarles algunas cosas. Pero no estoy sola, en esos momentos me apoyo en mis amistades, que son de fierro. Y se muy bien quienes son mis amigos.
Ya hace un tiempo, desde que ustedes me dicen que estoy rara, que me siento mas madura.
Influyó mucho alguien. Una persona que me hace sentir mujer. Porque aunque no lo acepten estoy creciendo y conozco gente, muy buena por cierto.
Mamá ¿te acordas cuando me contabas lo que sentías cuando lo veías a papá? Bueno Es algo similar lo que me sucede a mí. Nada de mariposas ni temblequeos, solamente un fuerte deseo de hacer mi vida con él, de conformar una familia, porque es un ejemplo de padre, seguramente de esposo y un profesional muy dedicado.
Se llama Roberto, algún día les voy a contar como lo conocí.
Por ahora es importante que sepan que va a venir a cenar para conocerlos y seguramente les caerá muy bien, tiene capacidad para llegar a la gente.
No me miren raro, uno no decide de quien enamorarse.
No voy a esperar a que llegue para decirles lo más importante.
Tiene un hijito con el que me llevo muy bien, me adora. Me hace sentir una madre, ya que la de él falleció hace 6 años. Se llama Facundo.
Roberto lo crió perfectamente, es un chico hecho y derecho!.
No tengan miedo, si, es un hombre, no un muchacho de mi edad, pero hay dos cuestiones de suma importancia; uno, me ama y me lo demuestra todos los días; dos, tiene un espíritu joven, no importa cuantos años tiene sino de cuantos se siente.
No digo con esto que se siente de mi edad, pero una edad intermedia.
Piénsenlo de 28.
Pero bueno, este no es el punto al que quiero llegar.
Me pidió que lo contemos juntos, pero estoy ansiosa, porque se cumplió parte de mi gran deseo.
Me pidió que vivamos juntos ahora que me voy a estudiar. Estoy feliz. Él me hace feliz y más aun que ustedes me comprendan y acepten. Y si no lo aceptan la decisión esta tomada.
Los amo mucho papis, pero estar con él es lo que más quiero y mas aun cuando me enteré de que Natalia va a nacer dentro de 6 meses.

Huinca Renancó (Córdoba)
Contacto
cariz83@hotmail.com

Mención de Honor : Certamen Literario "Pueblos Ranqueles 2008"

Juan Manuel Eula

De realidad a entelequia

Tierra de nadie y de todos
uniendo abrevaderos con toldos
yendo y viniendo por los rastros
las comunidades hacían tratos.

Cañadas, hondonadas, pajonales
refugios, fachinales, totorales
paisajes, dominios de aborígenes
pertenencia desde sus raíces.

Caldenes, piquillines, talas
bañados, medanos, lomadas
estampas hechas rastrilladas
marcan historias de vidas pasadas.

Huellas inconclusas de Cultura
lengua sin fronteras en espera
sutiles resabios envueltos en quimera
buscan la reminiscencia de su pradera.



Villa Huidobro (Córdoba)
Contacto:
eulajm@yahoo.com.ar

1º Premio Poesía : Certamen Literario "Pueblos Ranqueles 2008"



 Diego López

La Nada

El vacío errante de una sombra vagabunda, imperceptible y olvidada. Casi inerte.
Invisible ante las miradas enceguecidas, de aquellos que no desean ver. Silenciosa, tocando acordes del mutismo. Solitaria, porque la soledad le fue impuesta. Intangible, como la penumbra que acecha y arremete. Así la describían y juzgaron, por su apariencia, sin conocerla. Para todos, la nada. Para nadie, Noara.
Una muchacha de ojos negros, con el alma lacerada por la pena. Sus manos suaves como la brisa que acaricia. De cabello rojo amanecer y de piel tan blanca, rozando lo traslucido. De vestidos oscuros y pies desnudos. De atavíos tristes y pasos cansados.
Deambulando senderos, que la distanciaban de la aldea en que vivía, a orillas del mar.
La playa la vio nacer y fue depositaria de sus lágrimas, cuando la muerte le arrebató a sus padres y su niñez. Legándole el primer encuentro con la tristeza, otorgándole su única compañía; la soledad. El tiempo le enseñó a ocultar su dolor, pues las heridas aún surcaban profundas. Era el mar quien bebía su llanto cunado la nostalgia navegaba a la deriva. Era el ocaso quien le ofrendaba calma, en que la muerte del día, se llevaba por un instante la nada.
Y cuando el alba despertaba, la encontraba ya vestida en el cobijo de su humilde morada. Enredada entre pinceles y acuarelas, con los que pintaba anhelos dormidos, sobre pañuelos de seda. Solo los efímeros turistas, en cualquier época del año, eran quienes comparaban su arte. Pues era esto su único sustento.

Fue una tarde de algún día. En que una lluvia intensa anunciaba un temporal, y el mar se tornaba bravío. No tanto como su alma, en el que el sollozo del firmamento, se aunaba con el de los recuerdos. Necesitaba distraerse para que la ausencia no se hiciera presente. Fue hojeando las hojas de alguna revista y en cierto instante, se detuvo el tiempo.
Ahí, sobre un papel arrugado, casi añejo, despertaba a sus ojos la imagen de unos niños. Con miradas vacías, perdidas en el aire de la nada. Reconociendo la soledad que ella misma respiraba. La revista encuadraba un artículo sobre un centro oncológico y de cómo unos niños, padeciendo leucemia, se aferraban a la vida. Hablaba de medicinas nuevas, someterse a radiación y quimioterapias, de esperanzas de vida. Mientras que la imagen de unos pequeños susurraban temores y necesidad de esperanza. Una lágrima besó su alma, y despertó a Noara. Mientras leía nuevamente el artículo, se deshizo de su soledad. Y comenzó a vestirse con la de esos niños que aún no conocía.
Tomó nota de una dirección que figuraba al pie de la foto. Encendió una vela por cada uno de ellos. Y comenzó a escribir una carta en el sosiego de la noche. Un papel blanco y una letra temblorosa, la oyeron presentarse, temerosa al hablar de ella.
Escribió de miedos y soledades, se remitió a ellos. Se despidió ansiando conocerlos y anhelando la tristeza, fuera desvaneciendo. La firmó como esperanza, pues no era necesario su nombre. Y cuando la lluvia aún se confundía con sus lágrimas, fue enviada.
Al cabo de unos días y sorprendiéndola de lleno, tocó a su puerta la respuesta. En un sobre verde estaba escrito su nombre, y al dorso un remitente que guardaba en su memoria. Dentro yacían quince sobres, de aquellos que habían leído su carta. Y en agradecimiento, le escribieron abriendo su alma y cerrando sus penas. Las leyó una y otra vez, hasta que supo todo de ellos. Sus miedos, la desolación de contemplar la caída del cabello, los vómitos y las náuseas, el sabor que encierra cada medicina. La posibilidad que lega un transplante de médula. El aprender el significado del termino cáncer. Descubrir los glóbulos blancos y leucocitos. Crecer de golpe, aceptando el destino, conviviendo con la enfermedad. Conservando la fe que u día cercano, los encontrara sanos. Conoció sus sueños y los escribió con acuarelas, sobre pañuelos de seda. Para protegerlos del olvido, y cuando fuera el momento, echarlos a volar.
Desde entonces, por los días pintó anhelos dormidos. Y por las noches encendió quince velas, entregando el alma en palabras. Les narró historias de sirenas y delfines; contó cuentos de hadas, compartió sus sueños. Escribió todos los días, y jamás se quedó sin respuestas. Los consoló cuando el cansancio abatía; los contempló pálidos y si cabellos, los abrazó en la distancia. Sonrientes. Les ofreció amor y compañía en su camino incierto. Les otorgó un poco de ella, un trozo de esperanza.

Así se sucedieron los años, y la vida la encontró ya anciana, con el cuerpo doblado de tanto cargar penas. Con sus pasos ya lentos, y sus manos otrora suaves, eran ya ahora temblorosas. El tiempo le hurtó el rojo amanecer de sus cabellos y a cambio se los pintó de blanco. El mismo tiempo ensombreció su vida, legándole la penumbra en su mirada. De las quince velas niñas, algunas extinguieron su flama, y aún con su sufrimiento, se encendieron nuevas. Su corazón se fue doblegando por el dolor de la perdida. Y respiró halos de alegría por los que aún transitaba.
Con el alma ya marchita y cansado de marchar, pudo ver en su penumbra el beso de la muerte. Cerró la puerta a la vida. Y sus pasos cargaron con ella su último andar.
El ocaso la encontró sobre la playa, vestida de blanco por primera vez. La noche la cubrió con su manto de estrellas, y la abrazó ya serena, ya dormida. Las olas se aquietaron y el mar se tornó calmo. De sus entrañas surgió silenciosa la paz eterna. Un cortejo de medusas, danzaron a su paso, mientras la bruma le marcaba el camino. La mirada apagada de un alma herida, la esperaba desde antaño. La tomó en sus brazos, hundió sus manos en el suelo, y la playa se hizo prado. Acarició su rostro oculto tras las arrugas. Engarzó en oro y plata una lágrima para que no fuera olvidada. La luna reflejó el brillo de luz que moraba en su alma. Aire, tierra, agua y fuego, le otorgaron el cristal donde depositar su flama. Para que los delfines la sepultaran al final de las aguas, en que su luz jamás se extinguiría. La brisa elevó sueños pintados sobre pañuelos de seda, pues era este el momento, en que iniciaran su vuelo. Silbó triste el canto de la despedida, y se refugió en los caracoles para esconder su lamento. El mar se erigió hasta los cielos y avanzó en la noche, arrojándose suave sobre la arena, para llevarse al olvido mismo la nada.
Cuando el remanso de las aguas reflejó el alba, un colibrí emergió de sus entrañas, con una lágrima engarzada en oro y plata pendiendo de sus alas. Para todos la nada, para algunos, esperanza. Para nadie, Noara, la que ha recibido consuelo.

Huinca Renancó (Córdoba) Argentina
Contacto:
lopezdiegoa@hotmail.com

1ª Premio Narrativa certamen literario: “Pueblos Ranqueles 2008”

Julio Lemoine

XII

. ...el amor es como las estrellas

cautivo de tiempo
veo lo inconmensurable


mi cuerpo
se hunde en la inmensidad

escudriño
la eternidad del mar
del cielo
del horizonte.


bebo
la insondable energía de las olas


y allí
te contemplo


mientras las yermas del alma
rozan la infinitud del amor.



(de: “Amor sin tiempo”)


Poeta. Loma Bola (Córdoba) Argentina
Contacto: julio2lemoine@hotmail.com



Daiana Smith

Misa de las diez

Es domingo
Las campanas están anunciando la misa
para arrancarle los pecados
del alma
a los infieles
Ellos permanecen un instante
inmóviles
sienten en la piel
la bendición del agua
y entre dientes mastican
la miseria que el mundo
les contagia.

En los bolsillos
aprietan una estampita
- de Ceferino –
Dudan
Se confunden
Se resisten
Aunque las campanas
sigan martillándoles los oídos

y recorriéndoles el cuerpo.




Integrante del taller literario “Cómplices de Sueños” . Villalonga (Bs As)
Contacto:
bibliotecacomplices@yahoo.com.ar daiv.333@hotmail.com




María Helena Sofía

Veleros Blancos, submarinos negros

Recuerdo que era el año 1945. Invierno de 1945. Yo tenía unos diez años entonces, pero puedo evocar con nitidez ese atardecer en el atracadero de los pesqueros, en los muelles desiertos de la ciudad de Mar del Plata.
Yo esperaba el arribo del velero blanco del tío Abraham, que permanecía en alta mar desde hacía tres días. Esta vez el tío no me había dejado formar parte de la tripulación del “América” porque se aventurarían mar adentro, bordeando la plataforma continental, buscando posibles bancos con valiosas piezas, gesto arrojado para la época de tormentas, pero que si resultaba, lo regresaría a casa atestado de buena pesca y satisfacciones que durarían hasta la próxima salida, en tiempos más favorables.
Mientras caminaba por el espigón, aburrido, tirando piedritas al agua mansa que subía hasta las marcas, lenta y puntual como un reloj, iba pensando en que esas habían sido las vacaciones más fascinantes y cortas que había tenido. Yo, Carlos, Carlitos Massi, que no hacía más que ensillar el overo todavía arisco antes del amanecer para ir a buscar las vacas para el tambo en una chacra por la que no pasaba un hilo de agua ni cerca, que había soñado con ver alguna vez el mar, un barco, un avión, un automóvil; todo lo había visto aquí, con los tíos Abraham y María, hermana de mi madre, la que consiguiera el permiso de mi padre para mi primera salida. Primera e inolvidable.
A unos diez pasos, un viejo pescador remojaba sus botas altas en el agua mientras intentaba desenredar el sedal. Me saludó con su tos de fumador; nos considerábamos viejos amigos aunque jamás conversábamos. Él tenía los ojos claros de tanto ver la superficie brillante y el rostro y los brazos hasta los codos curtidos por la intemperie. Con seguridad conocía todos los secretos del mar y el arte de la pesca, conocimientos que no le alcanzaron ese día a juzgar los pobres resultados que se veían en el fondo del balde.
Alto y derecho como una caña esperó a que se escurriera el agua de sus botas por entre el maderamen, entrecerró los ojos y miró el sol que se enterraba en la pampa; se ajustó la gorra de lana, se abrochó los grandes botones de la campera de cuero, se levantó los pantalones de paño azul y por unos segundos se fijó en mí, alisándose con los dedos su barba escasa y gris. Torció hacia delante el cuerpo espigado para recoger sus instrumentos y me dirigió la primer frase completa que le escuché en los veinte días de vernos a diario, a la misma hora y en el mismo lugar.
- ¿Has visto el submarino?
- ¿Qué cosa? No sé que es eso, señor.
- Es un barco que viaja por debajo del agua. En un rato volverá a aparecer, por allí - señaló con la cabeza hacia el este -. Es negro, como una orca gigante.
- ¿Y adentro viene gente? ¿Quiénes son?
El viejo, alejándose a grandes zancadas, me gritó por entre el humo de su cigarro:
- Nazis. Mala cosa.
Bueno, pensé, serán gente como los italianos, que escapan de la guerra; o como los españoles, nuestros vecinos de la colonia. Deben ser gente como nosotros, pero, ¿por qué vendrán escondidos adentro de eso?.
El sol precipitaba su soberbia fuga enrojecida y unos amenazantes nubarrones asomaban en el sur. Yo esperaba el “América”, escudriñaba el horizonte que se oscurecía, intranquilo, esperando ver agitarse como sábanas blancas las velas del hermoso pesquero del tío.
Tía María también esperaba con ansiedad, aunque disimulaba su preocupación en los quehaceres de la casa que yo había aumentado con mi revoltosa presencia. Eran dos viejos que vivían en una pequeña cabaña que se alzaba en medio de un jardín lleno de flores y hortalizas cultivadas por ellos mismos, como si hubiese brotado allí y no levantada por los albañiles.
Había que caminar solo tres cuadras para dar con la playa; el tío nunca se alejaría demasiado del mar generoso que les proveía el alimento, y la tía se había acostumbrado a esperarlo, a retarlo por las tardanzas, a frotarle sus achaques con ese ungüento oloroso, a cuidarle sus plantas y prepararle las cosas para el próximo viaje. Y a esperarlo de nuevo contando los días y las horas. No habían tenido hijos, razón quizá que decidió a mi padre permitirme ir con ellos por un tiempo. Nosotros éramos tres hermanos varones y bien podrían reemplazarme en la chacra, en las tareas que estaban a mi cargo.
¿Y si el viejo pescador había mentido? ¿Cómo podría un barco andar bajo el agua? Bueno, yo también decía que esos armatostes cual mosquitos gigantes difícilmente volaran y sin embargo pude ver cómo lo hacían.
¿Qué había querido decir con “mala cosa”? ¿De verdad sería mala esa gente, tal vez un ejército que venía a traer la guerra? ¿No se habría topado el “América” con esa gran ballena negra, haciéndolo naufragar? No, claro que no. El “América” era el mejor barco del mundo con la más valiente tripulación. El grandote Sánchez, el diminuto Pascual, el negro silencioso, el primer negro que vi en mi vida, el griego, que cantaba fuerte pero nadie le entendía.
No, nada grave le había sucedido al pesquero, aunque ninguna barcaza se atreviera a soltar amarras en la última semana por las terribles tempestades que sucedían en esos días mar adentro. Las puedo ver: alineadas, descoloridas, meciéndose sin pausa y chocándose entre sí, parecían esos barquitos de papel que yo hacía hundir cuando pequeño en la palangana de losa de mamá.
Sí, estaba llena de pescadores valientes la costa en aquellos tiempos, porque había que tener coraje para lanzarse al mar, en esos botes como cáscara de nuez, donde lo único seguro era el músculo del marino y su pericia para sobrevivir y volver a casa con buena pesca.
La arena empezaba a molestarme en las alpargatas a pesar de las medias gruesas que tía María me hacía poner, señal de que me estaba alejando de los muelles rumbo a la casa, distraído por el paisaje y las sensaciones que experimentaba, emociones maravillosas que hoy sólo puedo vivir en el recuerdo.
El cuadro extraño, casi paradisíaco, del crepúsculo en el mar, borraba todos los ruidos de la convivencia y uno inventaba por un momento un mundo propio en el que se hallaba solo y en paz.
Un mundo que para ser perfecto, pensaba después, carecía de la presencia de papá, mamá, los hermanos, el tío, el barco, en fin el mismo mundo de antes.
Bueno, hoy no vendrá, me dije. Y entonces lo vi: no era el “América”, no era blanco sino totalmente negro y enorme, como un monstruo emergiendo frente a la costa, dispuesto a engullirse el puerto y la ciudad entera, chorreando agua y espuma por todas partes, removiendo las olas poderosas que venían a morir a mis pies. Era el submarino del que hablaba el viejo pescador. Más hacia el norte, y ya en el filo del horizonte oscurecido, una silueta negra igual a la primera se recortaba nítida, tan negra aparecía. ¡Eran dos submarinos! ¡Y quién sabe cuántos más! ¡Debía ser una invasión!.
Apenas pude contener mis deseos urgentes de correr a casa, cuando con rumor sordo volvieron a sumergirse rápidamente, cual fabulosos mamíferos marinos. A los pocos minutos la calma era total, y yo pensaba que a lo mejor había sido un sueño, o una alucinación. ¡Tantas cosas nuevas había visto, que estaba por volverme loco!.
Pero pronto divisé hacia el sur algo que me hizo olvidar la extraña aparición: la silueta como nunca blanca del “América” se agrandaba velozmente, con las velas infladas hasta más no poder por el viento favorable que lo traía de regreso. Saltando y gritando llegué a avisar la buena nueva a la tía y corriendo con todas mis fuerzas volví al muelle, exhausto y feliz para esperar el arribo, maniobra complicada en la noche, pero harto posible para el tío Abraham, que era el mejor marino del mundo.
¡Ah, capitán valiente, ni las olas más empinadas lograron cortarte el sueño jamás!. Ni al aprendiz del Mediterráneo ni al grumete del Atlántico Norte, ni al sabio maestre de los canales del Sur, pescador de horizontes nuevos, amansador de tempestades. ¡Dios salve al “América” y sus animosos tripulantes!.
La salida había sido afortunada: en la cubierta se hallaban las pruebas de la acertada decisión de arriesgarse por un poco mar adentro para lograr resultados satisfactorios. El trajinar de los marineros era admirable. Un grupo de hombres que esperaban en el muelle subió a bordo para ayudar en las tareas. Yo no sabía qué hacer, tal era mi alegría de poder ver de cerca todo aquello. El negro apareció de repente frente a mí deslizándose por una cuerda desde lo alto, y mostrándome una hilera envidiable de dientes blancos, me dijo:
- ¡Ey, niño! ¿Quieres ver a tu tío? - me hizo señas para que lo siguiera.
Bajamos por las escaleras hacia el pequeño camarote del capitán y pronto me encontré dando vueltas por el aire entre las poderosas manos del tío, que reía y hablaba muy animado acerca de la última aventura.
Recién cuando me dejó caí en cuenta de que había otro hombre con él. El negro ya había vuelto a su trabajo y a ese señor nunca lo había visto. Se parecía al tío - aunque mucho más joven - en la estatura regular, el cuerpo delgado y la tez blanca. Encendió mi curiosidad la chaqueta vistosa que llevaba puesta, con muchos botones brillantes. Recuerdo que me sorprendió aún más que se la quitara, al igual que sus botas negras impecables, y que los reemplazara por un sobretodo marrón y alpargatas de campo. Con mi tío intercambió su gorra bonita y distinguida por un sombrero viejo y una bufanda de lana.
- Él es un navegante que encontramos en el camino, este es mi sobrino Carlos...
Nos dimos la mano. El hombre era muy simpático, tenía el pelo escaso y rubio y los ojos verdes. Se parecía mucho más al tío vestido así.
El hombre se dirigió a un rincón, tomó un estuche negro entre sus brazos - No pesa demasiado, pensé -, y se lo entregó. Se abrazaron ligeramente. Luego el desconocido se retiró hacia la estrecha puerta del camarote. Cuando la abrió entraron los gritos y silbidos de los hombres que iban y venían por la cubierta y hacia tierra transportando la abundante carga. Se volvió un instante para mirarnos y nos saludó tocándose la frente con dos dedos. Enseguida subió ágilmente la escalera, cruzó entre los hombres cuidando no ensuciarse los pies y en pocos pasos atravesó el puente tomándose de las barandillas, y saltó a tierra firme.
Aún cuando su figura se perdía en las sombras del puerto nosotros seguimos mirándolo, tratando de adivinar algo más acerca de él. Tal vez la curiosidad era solo mía: ¿Quién era, de dónde venía, por qué llevaba sólo lo puesto, que ni siquiera le pertenecía? ¿Y qué había en el estuche negro?. Tío Abraham me sorprendió con su voz cavernosa:
- Carlos, andá a casa y decíle a la tía que voy a tardar, acá hay mucho que hacer. Y acostate temprano, que mañana te espera un trabajo a bordo del “América”.
- ¿Y ése, quién era?
- Nazis. Mala cosa.
Olvidé contarle que había visto los submarinos, tan excitado estaba por la inminente incorporación a bordo del pesquero.
Cuando se lo comenté, algunos años más tarde, todos sabían acerca de los dos submarinos alemanes que habían aparecido en Mar del Plata. Él insistió en que nada vieron ese día ni los tres de navegación y trabajo constante, a pesar de que lo interrogué acerca de aquel hombre misterioso que había traído y que se había puesto sus ropas para pasar desapercibido en el puerto y desaparecer en la noche.
Hoy, más de medio siglo después, me doy cuenta de que el tiempo nos depara sino todas, al menos muchas de las respuestas que perseguimos.
El estuche negro, junto con el viejo velero y otras propiedades de mis padres, forman parte de la herencia que repartimos entre mis hermanos y yo. Un día decidimos abrir el estuche para ver y valorar su contenido. Y ante nuestros ojos atónitos fue desenvolviéndose un Rembrandt, original, como luego pudimos comprobar. La pintura, valuada en unos cuantos millones de dólares formaba parte del catálogo de obras de arte desaparecidas durante los nefastos días del imperialismo nazi en Europa.
Claro, el tío Abraham no entendía el alemán ni por señas, y aunque lo hubiese entendido, no era su costumbre vender un presente recibido con tanto agradecimiento, a pesar de que ello le hubiese significado aliviar las penurias económicas que poblaron los últimos años de su vida. Paradójicamente el tío había evitado que el oficial nazi se ahogara - situación de la que hubiese rescatado hasta a un animal -, aunque a la distancia bien distó su actitud de las que los seguidores de Hitler demostraron con los judíos.
El tiempo, supongo, debe encargarse del castigo y del perdón, cuando no lo hacen los hombres.
Narradora y dramaturga argentin


viernes, 20 de marzo de 2009

Nº 48 - Otoño 2009
Editor Responsable:
Osvaldo Risso Perondi
Contacto:
osvaldorisso12@yahoo.com.ar
osvaldorisso@huincacoop.com.
http://revistaliterariamapuche.com

Claudia Caballaro    

Preguntas

Lula, Juan Manuel y Alfredo,
en ellos significados mis alumnos y docentes


A veces la realidad nos sumerge en pequeños grandes mares interiores, surcados de infinitas dudas y diminutas certezas. Sentimientos que se atraen y repelen se entretejen misteriosamente creando universos de confianza y desesperanza, temores y ansiedades, urgencias, luchas y paralizaciones, de profundidades y superficialidades...
Mundos que se mecen con la fugacidad del tiempo produciendo grietas en el laberinto de las relaciones humanas, fisuras que duelen, que generan soledad y desencuentros, mientras avanzan, ocultas en las sombras de nuestro descuido, de nuestro individualismo, la desobjetivación, la inequidad, la deshumanización...

Para ustedes habitantes de esos mares con gigantescas olas que también a mí humedecieron y estremecieron y aún hoy, continúan haciéndolo.

Cuando los patios callan, cuando todo se aquieta y los pájaros se adormecen en los techos y ventanas de la escuela, cuando sólo la luna y las estrellas son protagonistas de juegos de luces y sombras en las aulas, interrogantes que han danzado en mi pensamiento, me invaden, toman forma, reclamando una expresión.

Tantas veces me pregunto si comprenden la esencia de ser docentes.
La significación que han de tener en la vida de cientos de seres que los mirarán con ojos inundados de asombro, miedo, necesidad, tibieza, esperanza... Esos mismos sentimientos que hoy como alumnos los agitan.

Me pregunto si comprenden que tienen entre sus manos el lápiz con el que han de ir dibujando parte de sus pequeñas existencias, los pinceles con los que han de colorear la seguridad que a muchos la vida ya les quitó.

Me pregunto si entienden que todos esos niños son inocentes ángeles que tienen derecho a la felicidad y más aún, los ángeles pobres a quienes la sociedad hemos creado otro mundo, distinto, casi oculto; con paredes que silencian sus voces, que esconden su historia. Una historia que lastima porque grita el dolor del abandono, de la indiferencia, de la exclusión. Una historia que desluce las avenidas de nuestro pueblo.
Cautivos en ese laberinto, ya casi no luchan por evadirse.

Me pregunto si comprenden que poseen tanto saber que pueden enseñarnos cómo son las noches caminadas acompañados sólo por sus misteriosas sombras convertidas por su imaginación en miles de figuras o el cómplice ladrido de algún perro. Cómo huele el rocío en la piel de sus manos pequeñas y fuertes, hurgando entre los residuos de vidas ajenas, iluminándose como un sol sus caras, cuando descubren pedazos de un juguete y en su fantasía, la que aún no se les ha amputado, lo reconstruyen y convierten en un tesoro.
Desesperantemente maravillosa ignorancia sobre la vida.
Ángeles de alas blancas manchadas por la lluvia, el barro, desordenadas por el viento...
Ángeles de piel tallada por el frío, las lágrimas, los abusos. La terrible geografía del olvido.

Me pregunto si entienden que pueden enseñarnos a jugar y reír hasta olvidar que la panza duele, a veces, no sólo por el hambre, en juegos en los que toda diferencia se desvanece, en los que solamente existe el niño, el arte de ser un niño, creando un mundo de mil colores cuando se sumergen en las lágrimas de la lluvia, imaginando a resbalar por el arco iris como si fuese un tobogán, el tobogán de los ángeles; jugando a las escondidas entre los brazos de la luna o mirando, sólo mirando, cómo giran los juegos del parque de diversiones, mientras una sonrisa se esboza en sus rostros, porque sueñan, creen, que son ellos los que están allí, envueltos en el viento empecinado en enredar aún más su pelo, sintiendo el corazón salir del cuerpo con cada vuelta al mundo o en el tren fantasma que los conduce por ese túnel en el que gritos, miedos y carcajadas se enhebran con otros y por unos instantes las diferencias se diluyen, compartiendo la misma cara de la realidad.
Y eso es suficiente, saben cuál es el vagón que habitan...

Me pregunto si entienden que también ellos tienen derecho a la belleza, a sucesos que los inunde de alegría, esa emoción que nace de lo simple, de lo pequeño, casi de lo absurdo... un beso, una caricia, un ¡muy bien, excelente tu trabajo!, escucharlos equitativamente y de manera diferenciada, dejarlos expresar sin mutilar su fantasía…
Hermoso y espantosamente humano.

Me pregunto si somos capaces de protegerlos, de creer en ellos, reconociendo sus posibilidades, capacidades, en la construcción social del conocimiento. Respetar su libertad, valorar las diferencias. Entender que nuestro desafío está a su lado dibujándoles un mundo en el que no existan clasificaciones, comparaciones, rotulaciones, humillaciones, violencia...
Me pregunto si podemos creer en nosotros, pensarnos diferentes, como seres capaces de transformar la realidad permitiendo que el otro nos acompañe en ese recorrido.
La educación es un “juego” que involucra a más de un jugador.

Es tiempo de desconcierto, perplejidad, de grandes vacilaciones y contradicciones...
De tantas dudas sobre mi propia profesión y de insignificantes certezas, pero tal vez cuando nacen desde adentro, cuando crecen desde la esencia del hombre, de los sentimientos más genuinos, los grandes procesos de cambio no terminan prisioneros y ahogados entre las paredes de la historia, no se esfuman entre las hendiduras del tiempo, no se convierten en propuestas de políticas educativas intrascendentes...

Nada debe parecer imposible de cambiar.
Depende de nosotros, de lo que anhelemos ser, de lo que deseemos dar, que ayude a pensar con riesgo, a cambiar miradas, menos ingenuas, dogmáticas, sumisas. Una visión de educación más atrevida, rebelde, crítica…
Resignificar nuestro derecho a decidir, imaginar, pensar, sentir con locura, hundirnos y amarrarnos a sueños peligrosos y a la tentación irresistible de vivirlos...
De nosotros depende, sólo de nosotros.
Poeta y docente. Entre Ríos (Argentina)
Contacto: claudiacaballaro@hotmail.com

José Antonio Cedrón

Mis muertos no son dioses
cambian con el peso de los años
me levantan de noche a caminar con ellos
me hablan del futuro, entre cenizas
piden un vaso de agua a mitad del camino
alzan la voz las manos la mirada
furiosamente
discuten con la vida
no son dioses.
Mis muertos se llevaron la cordura
apretada en el pecho
y la respiración empedernida
su rostro lentamente de la mesa
una impotencia extraña entre los dedos.
Mis muertos no son dioses
no cargan con mi vida ahora ni nunca
pero viajan en todo mi equipaje
son una certidumbre, no una carga.
Mis muertos no son dioses.

(del libro: Actas)

Poeta. Buenos Aires (Argentina)
Contacto: cedronjota@yahoo.com.mx


Ricardo Iorio

Letras en el rock argentino

Memoria de siglos
Almafuerte

En lo que digo nadie se engaña:
Nos libramos del vencido
Todos barremos con saña
A los ídolos caídos

No serás siempre el primero,
la humana limitación
Cambia a capricho al puntero
de toda competición

Olfateamos muchas cosas
entre prisas diariamente
Son verdades deliciosas,
y verdades pestilentes.

Nadie da nada de balde, sábelo.
El candor últimamente esta muy bravo
Aunque la verdad escalde,
sobran cadenas y esclavos

Libertad y sus vestigios
Mas vale ponerse a salvo
Muchos calzan gorro frigio
Solamente por ser calvos

Cubre el cuerpo cualquier capa
El placer también demacra
Todo ser busca una tapa
Cuada cual cubre su lacra.
Cada cual su lacra oculta.

Aunque en virtudes abunde
y se juzgue inobjetable
Cuando el humano se hunde
Siempre busca un responsable

A menudo nos engañan
Escondidas apetencias
La culpa ajena es barata
Regalarla no nos cuesta, nada nos cuesta

La hipocresía propasa
Todo ejemplo en esta tierra.
Al asesinato en masa,
los hombres lo llaman guerra.


(del CD: Almafuerte (1998)

Bajista-compositor-vocalista de Almafuerte banda del heavy metal argentino



Rubén Vedovaldi

La sinrazón del canto

he aspirado el veneno de las flores
maligno vaho del aire
ígneo mal de baudelaire

bebí la regla y agria
sinfonía darío en gris
cisne mayor
melancolía azul piedra renal

he acusado la furia en el sonido
el son ido de furia
ariosto shakespeare london faulkner arlt

ha vibrado la sombra en el brillo
alto grillo de sombra gerard de nerval
oscuro niestzche claro
holderlin poe
conde de lautremont de l’isle adam

me han golpeado los rojos
tambores de rimbaud
su desarreglo vidente
el descuartizamiento órfico de cocteau
los fusiles de goya
los zapatos de vincent
el fantasma final de maupassant
me ha estremecido el podrido soplar
de esa máscara momo antonín artaud
su negro escupi-tajo

me hice eco tardío del eco
grito guernica pupila pícasso
obstinación de espanto y de creación
- otro toro roto –
oigo el gigante peso derruido
fondo de mar capitán oda proa
isla negra neruda desolación

me ha descarnado el grito picana dalton
el desmadrado cesar jueves vallejo
el marechal silencio malos aires
el juancito tuñon caminador
el musical infierno pizarnik
dolor Jacobo fijman barba jacob
alfonsina dolor de amargo mar

cuánto puñal para regar la letra
cuánto quebranto en el canto del ser
cuánto parto doliente a cielo sin dios
cuánta razón
la sinrazón del canto



Poeta .Santa Fé (Argentina)
Contacto: vedonet@netcoop.com.ar





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Permitida su reproducción citando la fuente.
Publicación independiente de literatura, editada en la ciudad de Huinca Renancó (Córdoba) Argentina.