viernes, 20 de marzo de 2009

Nº 48 - Otoño 2009
Editor Responsable:
Osvaldo Risso Perondi
Contacto:
osvaldorisso12@yahoo.com.ar
osvaldorisso@huincacoop.com.
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Claudia Caballaro    

Preguntas

Lula, Juan Manuel y Alfredo,
en ellos significados mis alumnos y docentes


A veces la realidad nos sumerge en pequeños grandes mares interiores, surcados de infinitas dudas y diminutas certezas. Sentimientos que se atraen y repelen se entretejen misteriosamente creando universos de confianza y desesperanza, temores y ansiedades, urgencias, luchas y paralizaciones, de profundidades y superficialidades...
Mundos que se mecen con la fugacidad del tiempo produciendo grietas en el laberinto de las relaciones humanas, fisuras que duelen, que generan soledad y desencuentros, mientras avanzan, ocultas en las sombras de nuestro descuido, de nuestro individualismo, la desobjetivación, la inequidad, la deshumanización...

Para ustedes habitantes de esos mares con gigantescas olas que también a mí humedecieron y estremecieron y aún hoy, continúan haciéndolo.

Cuando los patios callan, cuando todo se aquieta y los pájaros se adormecen en los techos y ventanas de la escuela, cuando sólo la luna y las estrellas son protagonistas de juegos de luces y sombras en las aulas, interrogantes que han danzado en mi pensamiento, me invaden, toman forma, reclamando una expresión.

Tantas veces me pregunto si comprenden la esencia de ser docentes.
La significación que han de tener en la vida de cientos de seres que los mirarán con ojos inundados de asombro, miedo, necesidad, tibieza, esperanza... Esos mismos sentimientos que hoy como alumnos los agitan.

Me pregunto si comprenden que tienen entre sus manos el lápiz con el que han de ir dibujando parte de sus pequeñas existencias, los pinceles con los que han de colorear la seguridad que a muchos la vida ya les quitó.

Me pregunto si entienden que todos esos niños son inocentes ángeles que tienen derecho a la felicidad y más aún, los ángeles pobres a quienes la sociedad hemos creado otro mundo, distinto, casi oculto; con paredes que silencian sus voces, que esconden su historia. Una historia que lastima porque grita el dolor del abandono, de la indiferencia, de la exclusión. Una historia que desluce las avenidas de nuestro pueblo.
Cautivos en ese laberinto, ya casi no luchan por evadirse.

Me pregunto si comprenden que poseen tanto saber que pueden enseñarnos cómo son las noches caminadas acompañados sólo por sus misteriosas sombras convertidas por su imaginación en miles de figuras o el cómplice ladrido de algún perro. Cómo huele el rocío en la piel de sus manos pequeñas y fuertes, hurgando entre los residuos de vidas ajenas, iluminándose como un sol sus caras, cuando descubren pedazos de un juguete y en su fantasía, la que aún no se les ha amputado, lo reconstruyen y convierten en un tesoro.
Desesperantemente maravillosa ignorancia sobre la vida.
Ángeles de alas blancas manchadas por la lluvia, el barro, desordenadas por el viento...
Ángeles de piel tallada por el frío, las lágrimas, los abusos. La terrible geografía del olvido.

Me pregunto si entienden que pueden enseñarnos a jugar y reír hasta olvidar que la panza duele, a veces, no sólo por el hambre, en juegos en los que toda diferencia se desvanece, en los que solamente existe el niño, el arte de ser un niño, creando un mundo de mil colores cuando se sumergen en las lágrimas de la lluvia, imaginando a resbalar por el arco iris como si fuese un tobogán, el tobogán de los ángeles; jugando a las escondidas entre los brazos de la luna o mirando, sólo mirando, cómo giran los juegos del parque de diversiones, mientras una sonrisa se esboza en sus rostros, porque sueñan, creen, que son ellos los que están allí, envueltos en el viento empecinado en enredar aún más su pelo, sintiendo el corazón salir del cuerpo con cada vuelta al mundo o en el tren fantasma que los conduce por ese túnel en el que gritos, miedos y carcajadas se enhebran con otros y por unos instantes las diferencias se diluyen, compartiendo la misma cara de la realidad.
Y eso es suficiente, saben cuál es el vagón que habitan...

Me pregunto si entienden que también ellos tienen derecho a la belleza, a sucesos que los inunde de alegría, esa emoción que nace de lo simple, de lo pequeño, casi de lo absurdo... un beso, una caricia, un ¡muy bien, excelente tu trabajo!, escucharlos equitativamente y de manera diferenciada, dejarlos expresar sin mutilar su fantasía…
Hermoso y espantosamente humano.

Me pregunto si somos capaces de protegerlos, de creer en ellos, reconociendo sus posibilidades, capacidades, en la construcción social del conocimiento. Respetar su libertad, valorar las diferencias. Entender que nuestro desafío está a su lado dibujándoles un mundo en el que no existan clasificaciones, comparaciones, rotulaciones, humillaciones, violencia...
Me pregunto si podemos creer en nosotros, pensarnos diferentes, como seres capaces de transformar la realidad permitiendo que el otro nos acompañe en ese recorrido.
La educación es un “juego” que involucra a más de un jugador.

Es tiempo de desconcierto, perplejidad, de grandes vacilaciones y contradicciones...
De tantas dudas sobre mi propia profesión y de insignificantes certezas, pero tal vez cuando nacen desde adentro, cuando crecen desde la esencia del hombre, de los sentimientos más genuinos, los grandes procesos de cambio no terminan prisioneros y ahogados entre las paredes de la historia, no se esfuman entre las hendiduras del tiempo, no se convierten en propuestas de políticas educativas intrascendentes...

Nada debe parecer imposible de cambiar.
Depende de nosotros, de lo que anhelemos ser, de lo que deseemos dar, que ayude a pensar con riesgo, a cambiar miradas, menos ingenuas, dogmáticas, sumisas. Una visión de educación más atrevida, rebelde, crítica…
Resignificar nuestro derecho a decidir, imaginar, pensar, sentir con locura, hundirnos y amarrarnos a sueños peligrosos y a la tentación irresistible de vivirlos...
De nosotros depende, sólo de nosotros.
Poeta y docente. Entre Ríos (Argentina)
Contacto: claudiacaballaro@hotmail.com

José Antonio Cedrón

Mis muertos no son dioses
cambian con el peso de los años
me levantan de noche a caminar con ellos
me hablan del futuro, entre cenizas
piden un vaso de agua a mitad del camino
alzan la voz las manos la mirada
furiosamente
discuten con la vida
no son dioses.
Mis muertos se llevaron la cordura
apretada en el pecho
y la respiración empedernida
su rostro lentamente de la mesa
una impotencia extraña entre los dedos.
Mis muertos no son dioses
no cargan con mi vida ahora ni nunca
pero viajan en todo mi equipaje
son una certidumbre, no una carga.
Mis muertos no son dioses.

(del libro: Actas)

Poeta. Buenos Aires (Argentina)
Contacto: cedronjota@yahoo.com.mx


Ricardo Iorio

Letras en el rock argentino

Memoria de siglos
Almafuerte

En lo que digo nadie se engaña:
Nos libramos del vencido
Todos barremos con saña
A los ídolos caídos

No serás siempre el primero,
la humana limitación
Cambia a capricho al puntero
de toda competición

Olfateamos muchas cosas
entre prisas diariamente
Son verdades deliciosas,
y verdades pestilentes.

Nadie da nada de balde, sábelo.
El candor últimamente esta muy bravo
Aunque la verdad escalde,
sobran cadenas y esclavos

Libertad y sus vestigios
Mas vale ponerse a salvo
Muchos calzan gorro frigio
Solamente por ser calvos

Cubre el cuerpo cualquier capa
El placer también demacra
Todo ser busca una tapa
Cuada cual cubre su lacra.
Cada cual su lacra oculta.

Aunque en virtudes abunde
y se juzgue inobjetable
Cuando el humano se hunde
Siempre busca un responsable

A menudo nos engañan
Escondidas apetencias
La culpa ajena es barata
Regalarla no nos cuesta, nada nos cuesta

La hipocresía propasa
Todo ejemplo en esta tierra.
Al asesinato en masa,
los hombres lo llaman guerra.


(del CD: Almafuerte (1998)

Bajista-compositor-vocalista de Almafuerte banda del heavy metal argentino



Rubén Vedovaldi

La sinrazón del canto

he aspirado el veneno de las flores
maligno vaho del aire
ígneo mal de baudelaire

bebí la regla y agria
sinfonía darío en gris
cisne mayor
melancolía azul piedra renal

he acusado la furia en el sonido
el son ido de furia
ariosto shakespeare london faulkner arlt

ha vibrado la sombra en el brillo
alto grillo de sombra gerard de nerval
oscuro niestzche claro
holderlin poe
conde de lautremont de l’isle adam

me han golpeado los rojos
tambores de rimbaud
su desarreglo vidente
el descuartizamiento órfico de cocteau
los fusiles de goya
los zapatos de vincent
el fantasma final de maupassant
me ha estremecido el podrido soplar
de esa máscara momo antonín artaud
su negro escupi-tajo

me hice eco tardío del eco
grito guernica pupila pícasso
obstinación de espanto y de creación
- otro toro roto –
oigo el gigante peso derruido
fondo de mar capitán oda proa
isla negra neruda desolación

me ha descarnado el grito picana dalton
el desmadrado cesar jueves vallejo
el marechal silencio malos aires
el juancito tuñon caminador
el musical infierno pizarnik
dolor Jacobo fijman barba jacob
alfonsina dolor de amargo mar

cuánto puñal para regar la letra
cuánto quebranto en el canto del ser
cuánto parto doliente a cielo sin dios
cuánta razón
la sinrazón del canto



Poeta .Santa Fé (Argentina)
Contacto: vedonet@netcoop.com.ar





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Permitida su reproducción citando la fuente.
Publicación independiente de literatura, editada en la ciudad de Huinca Renancó (Córdoba) Argentina.