martes, 19 de marzo de 2013

Nº 63 - Otoño 2013


                      Agradecemos a  Carlos Terribili por su aporte 

Los estrellados


En nuestra vida cotidiana, hay personas que nacen con estrellas, y otros estrellados; es decir, unos que lo tienen todos y otros nada, despojados en relación y diferencia de los primeros.
Ciertos humoristas argentinos, hablan de dos hermanos que no sabemos si existen o son de ficción: los hermanos Leiva. A uno le iba bien.. a otro le iba mal.
Humorismo y realidad, se conjugan en esta dualidad actual.
Estoy de acuerdo, y coincido con las palabras de nuestro maestro Jesús en los textos bíblicos:
"Unos serán dejados, otros serán tomados".
Pienso que, las estrellas, serán dejados.. para que sigan sembrando sus "estrellas" aquí en la Tierra.
Los estrellados... sean tomados como ÉL.. para que sean millones de estrellas en el Universo

Libros



Besos de agua (sonetos y poemas), de Laura Beatriz Chiesa (La Plata-Bs As) Argentina. 100 pag. ISBN 978-987-26611-9-9

Ediciones Literarte (Buenos Aires). 2011


                                     Fin anunciado

Hoy rondan los miedos.
Están presente en las concavidades
del destino.
Roen confianzas.
Se aglutinan las voces, con pedidos
no escuchados.
Palomas asustadas
por estampidos complejos, se acobardan
y acortan las distancias de sus vuelos.
Gritos. Rebeldías.
Reacciones cobardes y tragedias.
La muerte con razón
y la razón de las muertes anunciadas.
Diario vivir.
Constante de un hoy
que inventa llantos.
Desvíos. Terquedad.
Deshumanizada humanidad.
¿Principio del fin?

                             Laura Beatriz Chiesa


Laura Beatriz Chiesa: Nacida en La PLata (Bs As) Argentina. Poeta y escritora.
Publicó Historias en verso y prosa; Polen de una rosa amarilla; Voz de tinta ;Hablando espacios (sonetos); Viejos sabores para no claudica; Vivencias y reflexiones; Besos de agua

Contacto: labechiesa@yahoo.com.ar


Rita Gardellini


                                    Siesta
 
Tejiendo vientos se desnudó la tarde en ese permiso que no quiere dejar avanzar a la lluvia. El calor enredaba  la pereza de las pisadas, todas monocordes, fastidiadas, cansadas. Mis tacos trepaban ufanos la victoria de su coquetería, una femenina hidalguía me impedía dejarme avasallar por la bochornosa miel que pegoteaba todas las acciones: un calor inhumano apresaba la razón, la diluía —en fin, ¡lo que mata es la humedad!—.
 
Unos segundos fijaron la vista en la esquina de siempre, a una cuadra de casa; la enredadera verde ilusionaba el espejismo de la frescura. La miré, comprendiendo que era la primera vez que lo hacía —son tantas las cosas que uno mira sin ver—. Decididamente extraña; no pude asociarla a ninguna de las enredaderas usuales, semejaba el desborde de un arbusto desprolijo y despeinado, caía formando matorrales sobre el tapial. Seguí viéndola mientras mis pasos me hacían atravesar la calle, lentos y orgullosos, continuaban el andar de mis tacos —lo interesante de los tacos es la precisión que requieren al caminar, apurarse es un lujo casi metafórico que termina en un porrazo desbaratado en el piso, y no sé ustedes, pero los papelones no gozan de mi afecto, así que si se me da por mirar, voy despacio, lo del orgullo lo digo porque a pesar de los riesgos, los desgraciados son garbosos, hasta la más tosca de las marchas se les somete y presume; eso sí, reitero: vayan lento—.
 
Verde, verde verdísima, lustrosa de lluvia —recuerden, hablaba de la enredadera, les señalo esto porque me detuve tanto con los tacos que por ahí se perdieron, ok, sigo—. Imposible, el calor rosarino en verano se revienta; el brillo húmedo sería el beneficio del agua artificial de una manguera, obsequio de una propietaria hacendosa, estudiosa perfeccionista ayudada por un dispositivo de riego — una señora de ésas que siempre están regando las plantas, ya saben, las que viven sacando yuyitos, puliendo los picaportes, barriendo la vereda, echando veneno a las hormigas, protestando por los perros, los chicos o cualquiera que ensucie...  y que secreta y gozosamente imaginan tener la envidia del barrio porque poseen  una de esas pistolas con varios cabezales que ofrecen un montonazo de graduaciones de chorros: chorros finitos, chorros gordos, chorros de vapor, chorros fuertes, chorros debiluchos...  la maravilla más completa de los comerciales de ventas por TV: (Parece ser que te comprás uno YA y sos algo así como feliz de por vida con los chorritos) chorritos que no son obviamente para cualquiera, como bien saben las señoras, porque el precio más los gastos de envío y las llamadas de consulta son todo un dolor en monto dólar, que las dejan comiendo hígado un mes—.
 
Llegué a la vereda — ¿imaginaron que tropezaría?, ¿no se acuerdan?, ¿quedaron enganchados con los chorritos? Iba distraída mirando la enredadera, crucé... — y el cordón de la acera me obligó a distraer mi atención, sorteo el escollo y retomo — retomo la atención; el escalón ya lo subí, era el escollo y luego— la visión: unas patas negras y gigantes asoman veloces y desaparecen. Las reconozco, cientos, miles de veces he jugado de niña a provocar arañas en su madriguera con un palito.
 
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Interrumpo, lean con detenimiento el instructivo y la información anexa —¡ah!, por supuesto, me olvidaba mis modales—, por favor:
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Arte de precavidos:
 
                                1- De entre varias telas de araña que asoman su entrada entre los ladrillos—si los ladrillos son bien rojos, o aún mejor, si están todavía frescos de lluvia, el efecto blanco ceniza del circulito tejido resulta hipnótico, ¿alguna vez los vieron? En una pared de cemento no es lo mismo, por supuesto, pensaron muy bien: pasan desapercibidos—, elegir una —me refiero a una tela de araña, no a una pared; sería ideal elegir paredes pero por lo general ya están cuando uno las encuentra—.
 
2- Acercar, en un movimiento ávido y aguerrido, el extremo de un palito joven robado a un árbol o encontrado en el suelo —el largo sí importa, sólo los valientes usan uno corto—, a la susodicha entrada —vamos, ya saben, acercan el palito a la entrada de la tela de araña, ¿nunca lo hicieron? ¿Qué esperan? Aunque mejor, terminen de leer, el final es muy bueno—.
 
3- Aguardar la salida de la araña y quitar rápidamente el palito.
Advertencia importante: el tamaño del arácnido, casi imposible de adivinar de antemano, hace arrojar el palito —ya que no siempre la abertura que muestra el nido se corresponde a la corpulencia de su habitante y es una vergüenza escoger los   cilindritos que pueden verse en su totalidad, un asco de cobardes, sin embargo encantador entretenerse mirándolos para tratar de encontrar sabiduría, es decir: no se vale si te das cuenta de antemano el tamaño del bicho—; quien a pesar del asombro, aún lo conserva—me refiero al palito, el asombro no importa si se conserva o no—, puede sin dudas sentirse valiente porque lo es.
 
4- Si la operación se realiza varias veces seguidas y con el mismo individuo, la araña no volverá rápidamente a ocultarse, permanecerá desafiante —¿Comprenden? El bicho patudo ya se avivó que no hay un peligro real, sólo un pícaro o pícara aburrido que la está molestando con un palito—.
 
5- Si se piensa en aproximar nuevamente el palito a esta araña irritada, se sugiere el uso de uno largo, ya que probablemente se subirá en él —¡eh! ¿Qué quieren que explique, acá?, está clarísimo—.
 
Anexo bibliográfico: Complejidades de los arácnidos
 
Necesitan alimentarse de presas vivas, éstas permanecerán inmóviles por su ponzoña soporífera hasta ser engullidas —impresionante, mantienen a las víctimas quietas en un ensueño que las atonta porque saborean de comerlas bien vivitas, algo así como un freezer de  dormilones—.
 
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Continúo en lo que andaba, ya veremos si leyeron con detenimiento:
 
La curiosidad me embriaga, me acerco sin cerrar la boca y estiro la mano, rozo una de las hojas.
 
Atontada y confusa, inicio la torpe apertura de mis párpados. La boca permanece empastada, sin gritos. Turbia de entendimiento, comprendo: esta vez, fui demasiado lenta. Tendría que haber buscado un palo, un palo bien largo[1].
 

[1] Espero que hayan leído cuando escribí que las patas negras eran gigantes, así sabrán dónde acabo de despertar: “ñam, ñam”.


Rita Gardellini: Nació en Rosario (Sta Fé). Argentina. escritora, poeta,  docente, investigadora
Publicó: No dejes que muera; Después de comer perdices o por qué las mujeres son boludas e insisten enamorarse…; Alumnos lectores... alumnos escritores y su seño. Los soles verdes
 


Juan Carlos Moisés


Cansado de escribir sobre pájaros
 
Cansado de escribir sobre pájaros
de verlos escucharlos cada mañana
de leer sobre pájaros
suaves y rápidos cansado
cansado de esa imagen repetida
acabé con todos
los pájaros del vecindario
después acabé con los pájaros de los poemas
después con los poemas
y por último soñé
soñé que yo era un gran pájaro
 
y no me animé
bajé el cañón del revólver.
 
                                        
 (De:Nueva Poesía Argentina  - Editorial Hiperión)


Juan Carlos Moisés: Nació en Sarmiento, provincia de Chubut, en 1954.
Publicó en poesía: Poemas encontrados en un huevo (La cachimba, 1977) y Ese otro buen poema (El lagrimal trifurca, 1983)


 Leuvucó



                                                      por Julio F. Vassarotto   

 Vengo de colgar la ropa acá en mi rancho urbano de Huinca Renancó. La va secar este sol que hoy empieza a alargarse.La tarde del año nuevo sin número Raculche. (Domingo 23 Junio de 2012)     

 Ayer nos llegamos con el Coco a comer el asado a orillas de La Laguna de Leuvucó (Manantial que aún corre porque las almas buenas del corral de la luz beben esa agua). Imprudentemente al llegar recorrí el suelo de la ahora laguna seca (Fui severamente corregido por loncos de la Comunidad Ranquel por haberme desbordado de su espacio de dos hectáreas. Pedí disculpas y me excusé diciendo que ignoraba la cuestión de la propiedad de esas tierras). Al volver ya el Coco había tirado sus costillas y chorizos en la parrilla común, luego me mando a traer nuestro pan para poner en la mesa. Los Ranqueles habían puesto carne de potro entre otras cosas.  

 Luego del asado después de una charla de casería de chanchos con perros y de perros de cazar chanchos se armó un contra punto de historias regionales donde la verdad es corrida a un costado si va entorpecer la risa. Desde ya ganó mi padre. El mate amargo rodaba en la siesta el monte. Si bien las historias del Coco ya las sé hasta la recitación fue muy hermoso escuchar las de Victorica y la región (En algún momento la payada deambuló hasta Puelén). Sólo voy a contar el golpe final de mi viejo, las otras si la quieren conocer tienen que acercarse a comer el asado donde nazca.   Estábamos reclutando conscriptos cuando mi viejo nombra a alguien estigmatizado por su baja estatura (Nunca retengo los nombres auque que es irremediable citarlo por la “verdad” de la historia. Sepan disculpar). El Coco nos ubica en la primera formación  del cuartel. “¿Quién tiene mas de uno ochenta?” Dice con vos marcial. Todas las torres de las diferentes colonias dan un paso al frente  con la esperanza de escoltar al Libertador como granaderos, entre ellos este hombre petiso “¿Y usted que hace?” dice el Coco con la misma voz  algo mas enérgica. El recluso metiendo la mano en el bolsillo responde temeroso, tímido “Yo tengo dos pesos”.  

 También es esa charla se hablo de otras cosas. Lo que más me impresionó fue cuando en las vísperas del año nuevo pregunté si había algún número para decir. “Hace miles de años que estamos acá y no nos hace falta saber exactamente cuantos”.  Una fría conmoción me corrió dentro: nunca había estado con una Comunidad con una cosmovisión del tiempo como, según mi fe, es la de Dios. Se dijo que el Espíritu es uno. El hombre debe acabar con la concepción de los pueblos elegidos porque Dios eligió a toda la vida y todo donde ella se apoya. Al volver por los caminos del monte pensaba en este ejercicio sólo humano de mirar la creación de afuera (Dios nunca puede abandonar la creación)  y veía un colador de arroz lleno de miel con agua. Columnas de miel cayendo sobre una gran rodaja de pan desborda, oculta en el fruto de insectos. 

Ignoro todos los nombres. Hay una danza ritual inspirada en el ñandú donde los jóvenes deben girar zapateando y moviendo las alas levantado polvareda toda la noche al son de tambores (Vuelvo a pedir disculpas por ignorar todos los nombres). Cuando el nuevo sol sale en el horizonte rasguñado por el monte ellos tienen que estar envueltos por polvo, para sentir que son de ella. Han girado en torno a un tótem de cuatro escalones enclavado junto a los restos de la Dinastía de los Zorros,   Paguitruz o Panguitruz Gnerr (Conocido en el mundo cristiano como Mariano Rosas). Parece mentira que los ancestros de este pueblo nunca hayan leído:  

 Génesis 3:19) 19 Con el sudor de tu rostro comerás pan hasta que vuelvas al suelo, porque de él fuiste tomado. Porque polvo eres y a polvo volverás”.   

 Dios escribió su palabra en un idioma que excede toda grafía o cultura. Los ancestros Ranqueles (ágrafos) al igual que los remotos en el espacio inspirados por Dios para escribir el génesis escucharon lo mismo. La palabra es una, por que el espíritu es Uno.   

 He aquí donde se encuentra la gran discusión del pueblo Ranquel con sus invasores. Los Ranqueles no van a poner en discusión la propiedad de la tierra que escrituró la Nación Argentina por que no se  puede tener propiedad de algo que los posee a ellos (Por traslación a todos) ¿Cómo voy a ser dueño de mi Dios?. Imagínense a un cristiano Católico registrando hostias  en catastro. Peleando el precio o la calidad del cáliz ya consagrado en Cristo Vivo y Presente. Acaso Cristo mando a regatear o vender su cuerpo. 

 De tan cerca que estaba fuimos con el Coco a conocer el Pisadero de Victorica. Un vertedero de agua donde se acento una avanzada de los milicos que luego dio lugar a la población Dos miembros de la Comunidad se ofrecieron guiarnos Al volver el último sol se despedía, comenzaban las ceremonias En una prolongación de la amable me invitaron a quedarme. Si había llegado hasta ahí había por algo era, debía escuchar a mi corazón. El Coco estaba cansado así que pegamos la vuelta. También por respeto a la mística Raculche uno que ignora todos los nombres no corresponde quedarse.   

 En ese mismo camino donde la miel con agua caía  se me vino la angustia de la identidad latinoamericana. Que mierda soy yo en medio de todo esto. Que bala del Genocidio Ranquel me corresponde. Mis abuelos no mataron ningún indio pero su latencia era imprescindible para dar sentido al Genocidio, son parte de la segunda etapa del plan de muerte. En la búsqueda de paz se que Jesús en aquellos momentos de sangre no estaba en la Catedral de Río Cuarto sino asistiendo en el campo de Cochicó a los últimos. También pensé que no hay un átomo de mi columna vertebral ni de mi masa encefálica que no haya brotado de esta tierra de Watt y Huinca Renancó correspondientes a la región Ranquel. Pero también me acordé de Neruda:         

Todo lo que usted quiera, si señor, pero son las palabras las que cantan, las que suben y bajan... Me prosterno ante ellas... Las amo, las adhiero, las persigo, las muerdo, las derrito... Amo tanto las palabras... Las inesperadas... Las que glotonamente se esperan, se escuchan, hasta que de pronto caen... Vocablos amados... Brillan como piedras de colores, saltan como platinados peces, son espuma, hilo, metal, rocío... Persigo algunas palabras... Son tan hermosas que las quiero poner todas en mi poema... Las agarro al vuelo, cuando van zumbando, y las atrapo, las limpio, las pelo, me preparo frente al plato, las siento cristalinas, vibrantes, ebúrneas, vegetales, aceitosas, como frutas, como algas, como ágatas, como aceitunas... Y entonces las revuelvo, las agito, me las bebo, me las zampo, las trituro, las emperejilo, las liberto... Las dejo como estalactitas en mi poema, como pedacitos de madera bruñida, como carbón, como restos de naufragio, regalos de la ola... Todo está en la palabra... Una idea entera se cambia porque una palabra se trasladó de sitio, o porque otra se sentó como una reinita adentro de una frase que no la esperaba y que le obedeció... Tienen sombra, transparencia, peso, plumas, pelos, tienen de todo lo que se les fue agregando de tanto rodar por el río, de tanto transmigrar de patria, de tanto ser raíces... Son antiquísimas y recientísimas... Viven en el féretro escondido y en la flor apenas comenzada... Qué buen idioma el mío, qué buena lengua heredamos de los conquistadores torvos... Estos andaban a zancadas por las tremendas cordilleras, por las Américas encrespadas, buscando patatas, butifarras, frijolitos, tabaco negro, oro, maíz, huevos fritos, con aquel apetito voraz que nunca más se ha visto en el mundo... Todo se lo tragaban, con religiones, pirámides, tribus, idolatrías iguales a las que ellos traían en sus grandes bolsas... Por donde pasaban quedaba arrasada la tierra... Pero a los bárbaros se les caían de las botas, de las barbas, de los yelmos, de las herraduras, como piedrecitas, las palabras luminosas que se quedaron aquí resplandecientes... el idioma. Salimos perdiendo... Salimos ganando... Se llevaron el oro y nos dejaron el oro... Se lo llevaron todo y nos dejaron todo... Nos dejaron las palabras.   

 Ser latinoamericano es ser joven y juventud es fuerza y no sabiduría.   

 A la hermosa Nación Ranquel gracias y si el mundo fuera Ranquel hoy todos los humanos no estaríamos al borde de la muerte por que ningún pueblo mata a su Dios. También Gracias a Dios que nunca permitió que ningún Genocidio sea absoluto a pesar de la voluntad y el gran esfuerzo esgrimido por sus pertreñadores.   

Ya se debe de haber secado la ropa, el día está hermoso en Huinca.    

 Julio Fernando Vassarotto: Nació en Huinca Renancó (Córdoba) Argentina. Poeta Contacto: juliovassarotto@yahoo.com.ar

Hilda Schiavonni


Castillo viejo de sal
 
que necesitas la montaña de mi ser
para poder soñar.
Desparramas
los relojes del tiempo,
los desarmas
en momentos supremos
donde cada instante
es un universo eterno.
Derramas tus sales
en desesperado intento
de navegar el absoluto
y reflotar el sentimiento
que ahoga las realidades
de mil mares yertos
que brotan de vestigios
raídos por el tiempo.


Hilda Schiavonni: Nació en Inriville (Córdoba) Argentina. Poeta, narradora, docente, historiadora. Dirigió la revista literaria "Quipucamayoc"
Publicó: Flores tardías (poemas), Inriville en el Rincón de los recuerdos. Tomo 5 (historia)

Dichos Populares (IV)



BONDI 

La manera porteña de decir que uno va a subir a un colectivo, es 'me tomo un bondi', pero resulta que esta palabra es una derivación brasileña de 'bond' (boleto, en inglés), palabra que lucía en los pasajes de los tranvías que las compañías británicas habían instalado en San Pablo. Como en portugués a las palabras terminadas en consonante se les suele agregar una vocal, 'bond' se convirtió en 'bondi'. Más tarde, los porteños la adoptaron para designar al colectivo, que nunca fue inglés y cuyos pasajes jamás se llamaron 'bond'. 
A SEGURO SE LO LLEVARON PRESO 

Viene de Jaén, España, donde los delincuentes eran recluidos en el Castillo de Segura de la Sierra. Originalmente se decía 'a (la prisión de) Segura se lo llevaron preso', que advertía de no robar, para no terminar en Segura. Hoy significa que nadie está libre de alguna contingencia. 
MÁS LOCA QUE UNA CABRA 

Los corderos, una vez destetados, siguen mansamente a su madre, en cambio los cabritos se disparan a los saltos hacia el monte y su pobre madre se vuelve loca tratando de ubicarlos. De allí lo de 'más loca que una cabra' o 'está rechiva'.