martes, 1 de abril de 2008

Editorial

A medida que el tiempo transcurre a paso apresurado, la Historia, la eterna Historia de siempre, nos contempla absorto desde su etérea morada cósmica, a la vez que nos compromete a ser parte de su Todo.
Desde la Creación, hasta nuestros días., hemos sido protagonistas de las páginas de sus días.
Cada acto que poscreamos , es el inicio de un capítulo más de esta Historia sin (pero que un momento dado) tendrá su final.
Muchos dicen, que la Historia empieza, cuando uno termina de escribirla.
Decía Raúl Gonzalez Tuñón: “La vida es breve, el tiempo corre. Hombres, los hombres pasarán.
Eduardo Mignona, nos dice: “Si la historia la escriben los que ganan “
Y nosotros, todos , de una manera u otra, hacemos la Historias presente, para trasmitírsela a quienes nos reemplazarán, en esta Historia… la generaciones futuras.
La Historia, puede ser también un poema apresurado, desparramado, náufrago de un silencio milenario que escamotea los confines de este siglo.
Un poema que no está ilustrado ni iluminado por la luces de eruditos.
La Historia, puede ser un poema que contiene a mil poetas fantaseando irrealidades, que mendrugan por un milésimo espacio de sí mismos..
Un poema, decíamos, que no está escrito en ningún libro que emerge de repente, que se apropia de tantos cuerpos, que divaga estrellas y vinos compartidos.
La Historia puede ser un poema que es noche. Un poema cualquiera sin títulos y oficios que le dieran..
La Historia, es sólo un poema; aquí, en esta instancia que la vida nos depara.-
Sigamos pues, sin prisa y sin pausa escribiendo y haciendo la Historia.-


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