El tío Roberto
“Comprendió que un destino no es mejor que otro, pero que todo hombre
debe acatar el que lleva adentro” Jorge Luís Borges. “Biografía de Tadeo Isidoro Cruz”
-Shhh, come y calla. La abuela empuña en alto el cucharón con su mano derecha. Con la izquierda se toma la cintura.
-¡Pero yo lo ví al tío Roberto! ¡En la piecita del fondo! ¡No digo mentiras!
-¡Que te calles o te quedas sin ver los “Titanes en el Ring” esos, joder!
El tío Roberto es el más chico de los cuatro hijos de mi abuela Juana que enviudó y crió a todos como pudo, cosiendo ajeno. Eso dicen, a mí no me consta.
Fue a la siesta lo del tío Roberto. Es que me mandan a dormir y a mí me da una bronca porque prefiero escribir. Tengo como mil cuadernos Gloria espiral llenos de historias que invento. Yo vi al Fernando-ese-mequetrefe-como-dice-la-abuela que se había puesto ropa de mujer. ¡Y el tío Roberto se la probaba! Era en la piecita del fondo donde está el maniquí de la abuela-momia-de-Titanes-en-el-Ring.
Para mí, el tío Roberto es como el Sargento Sanders de “Combate”. Nunca se enoja, da órdenes y no le importa que le coman el cuero. Eso sí, también canta y hace pasos de balet y eso el Sargento Sanders nunca lo haría y mi abuela y mis tías dicen-si- viviera- papá y yo me divierto y escribo todo en el cuaderno Gloria con espirales.
El tío Roberto tenía mucha habilidad con la costura. Primero le empezó cosiendo a mi mamá. De un tapado que no usaba le hizo un conjunto hermoso que parecía comprado en una tienda. Las vecinas se enteraron y empezaron a llevarle trabajo. Pero la abuela hacía como que no le importaba, por el portón del fondo, les gritaba.
Entonces ocurrió una especie de milagro o algo así. Ramona, la vecina, que era doméstica de una señora rica le habló a su patrona del tío Roberto. Un día llegó esta mujer en un auto largo con chofer y el tío la atendió como una princesa, le dio un beso en la mano y le convidó té en esas tazas que la abuela nunca usa porque dice que no se puede sopar. De ahí en más todo cambió. Esa señora rica trajo a otras y así el tío tuvo que llamar a su amigo Fernando para que lo ayudara y pedirle a mamá que le diera una mano con la plancha.
Resulta que la piecita del fondo le quedó chica al tío Roberto y tuvo que alquilar en el centro. Por ahí no lo veía ni en una semana y mi mamá venía toda cansada pero estaba cada vez más linda y eso me ponía feliz. ¡Hasta hablaba diferente y le brillaban los ojos!
-En el barrio comentan, dicen que…
Eso le decía una de mis tías a mi abuela un día que entraba yo de la calle y la abuela-foto-de-enfermera-en-los-pasillos se puso el dedo de señalar en los labios. Ese día, mi mamá le entregó un sobre a mi abuela que le mandaba el tío Roberto. Eran muchísimos billetes y mamá voz seca-aserrín-de-carpintería le dijo:
-Tome, dice Rober que es para que levante la hipoteca.
Es que al tío ahora le decían Rober y salía en el diario del domingo hablando de modas. Y la abuela hablaba en la carnicería que su hijo salía en el diario y que la gente habla por hablar nomás, porque el aire es gratis.
Para la fiesta de fin de año de la escuela me eligieron para recitar una poesía. El tío fue con Fernando y se sentaron atrás. No se quedó para saludarme aunque me dejó de regalo un libro: El Aleph de un tal Borges y mi mamá me dijo-sos-chiquito-no-lo-vas-a-entender. El tío Roberto me había puesto con letra prolija: “Cualquier destino, por largo y complicado que sea, consta en realidad de un solo momento: el momento en que el hombre sabe para siempre quién es”. Con todo el amor del mundo, para un futuro escritor. Tu tío Roberto.
Hace ya cinco años que el tío se fue de San Juan y vive en Buenos Aires. Allá puso su atelier que se llama “Le chateaux” y nos carteamos seguido. Él me dice que escribo muy bien y que mamá me tendría que mandar a un curso de lengua.
Ya no vivimos en el barrio. La abuela vendió la casa y con la plata que le mandó el tío nos cambiamos al centro. Mi mamá no quiso irse con él por no dejar a la abuela. Gracias a una clienta encontró trabajo en una tienda de telas como asesora de compras.
El otro día cuando dije que me gustaría ser como el tío, a mi mamá se le atragantó el bocado y la abuela respiró profundo y se echó en la silla. No entiendo por qué, la tía Cecilia dijo:
-¿Por qué no lo mandás a fútbol?
Y yo les dije que ni loco iba a fútbol, que iba a hacer lo que me gustara porque sólo una vez en la vida el hombre sabe para siempre quién es-voz-del-Sargento-Sanders-a- sus-soldados. Increíblemente, todas quedaron calladas.
Ya no dan más los Titanes en Ring ni Combate, tampoco está el tío para hacerme reír con su canto y sus pasos de balet. Y yo empecé un taller literario
debe acatar el que lleva adentro” Jorge Luís Borges. “Biografía de Tadeo Isidoro Cruz”
-Shhh, come y calla. La abuela empuña en alto el cucharón con su mano derecha. Con la izquierda se toma la cintura.
-¡Pero yo lo ví al tío Roberto! ¡En la piecita del fondo! ¡No digo mentiras!
-¡Que te calles o te quedas sin ver los “Titanes en el Ring” esos, joder!
El tío Roberto es el más chico de los cuatro hijos de mi abuela Juana que enviudó y crió a todos como pudo, cosiendo ajeno. Eso dicen, a mí no me consta.
Fue a la siesta lo del tío Roberto. Es que me mandan a dormir y a mí me da una bronca porque prefiero escribir. Tengo como mil cuadernos Gloria espiral llenos de historias que invento. Yo vi al Fernando-ese-mequetrefe-como-dice-la-abuela que se había puesto ropa de mujer. ¡Y el tío Roberto se la probaba! Era en la piecita del fondo donde está el maniquí de la abuela-momia-de-Titanes-en-el-Ring.
Para mí, el tío Roberto es como el Sargento Sanders de “Combate”. Nunca se enoja, da órdenes y no le importa que le coman el cuero. Eso sí, también canta y hace pasos de balet y eso el Sargento Sanders nunca lo haría y mi abuela y mis tías dicen-si- viviera- papá y yo me divierto y escribo todo en el cuaderno Gloria con espirales.
El tío Roberto tenía mucha habilidad con la costura. Primero le empezó cosiendo a mi mamá. De un tapado que no usaba le hizo un conjunto hermoso que parecía comprado en una tienda. Las vecinas se enteraron y empezaron a llevarle trabajo. Pero la abuela hacía como que no le importaba, por el portón del fondo, les gritaba.
Entonces ocurrió una especie de milagro o algo así. Ramona, la vecina, que era doméstica de una señora rica le habló a su patrona del tío Roberto. Un día llegó esta mujer en un auto largo con chofer y el tío la atendió como una princesa, le dio un beso en la mano y le convidó té en esas tazas que la abuela nunca usa porque dice que no se puede sopar. De ahí en más todo cambió. Esa señora rica trajo a otras y así el tío tuvo que llamar a su amigo Fernando para que lo ayudara y pedirle a mamá que le diera una mano con la plancha.
Resulta que la piecita del fondo le quedó chica al tío Roberto y tuvo que alquilar en el centro. Por ahí no lo veía ni en una semana y mi mamá venía toda cansada pero estaba cada vez más linda y eso me ponía feliz. ¡Hasta hablaba diferente y le brillaban los ojos!
-En el barrio comentan, dicen que…
Eso le decía una de mis tías a mi abuela un día que entraba yo de la calle y la abuela-foto-de-enfermera-en-los-pasillos se puso el dedo de señalar en los labios. Ese día, mi mamá le entregó un sobre a mi abuela que le mandaba el tío Roberto. Eran muchísimos billetes y mamá voz seca-aserrín-de-carpintería le dijo:
-Tome, dice Rober que es para que levante la hipoteca.
Es que al tío ahora le decían Rober y salía en el diario del domingo hablando de modas. Y la abuela hablaba en la carnicería que su hijo salía en el diario y que la gente habla por hablar nomás, porque el aire es gratis.
Para la fiesta de fin de año de la escuela me eligieron para recitar una poesía. El tío fue con Fernando y se sentaron atrás. No se quedó para saludarme aunque me dejó de regalo un libro: El Aleph de un tal Borges y mi mamá me dijo-sos-chiquito-no-lo-vas-a-entender. El tío Roberto me había puesto con letra prolija: “Cualquier destino, por largo y complicado que sea, consta en realidad de un solo momento: el momento en que el hombre sabe para siempre quién es”. Con todo el amor del mundo, para un futuro escritor. Tu tío Roberto.
Hace ya cinco años que el tío se fue de San Juan y vive en Buenos Aires. Allá puso su atelier que se llama “Le chateaux” y nos carteamos seguido. Él me dice que escribo muy bien y que mamá me tendría que mandar a un curso de lengua.
Ya no vivimos en el barrio. La abuela vendió la casa y con la plata que le mandó el tío nos cambiamos al centro. Mi mamá no quiso irse con él por no dejar a la abuela. Gracias a una clienta encontró trabajo en una tienda de telas como asesora de compras.
El otro día cuando dije que me gustaría ser como el tío, a mi mamá se le atragantó el bocado y la abuela respiró profundo y se echó en la silla. No entiendo por qué, la tía Cecilia dijo:
-¿Por qué no lo mandás a fútbol?
Y yo les dije que ni loco iba a fútbol, que iba a hacer lo que me gustara porque sólo una vez en la vida el hombre sabe para siempre quién es-voz-del-Sargento-Sanders-a- sus-soldados. Increíblemente, todas quedaron calladas.
Ya no dan más los Titanes en Ring ni Combate, tampoco está el tío para hacerme reír con su canto y sus pasos de balet. Y yo empecé un taller literario
San Juan - Argentina
Contacto: tana1734@hotmail.com
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