Leyendas Argentinas
"Capullos de Sol" (Leyenda de Los Aromos)
Chani era una joven indiecita que llegó con su familia para quedarse en este valle, junto con los aborígenes que vivían aquí, felices, trabajando la tierra, sembrando, criando sus animales.
Los padres de Chani, siguiendo el consejo de los ancianos de su tribu, vinieron buscando la salud para la joven, en este valle lleno de sol y con su hermoso río, amplio y cristalino. Ella estaba muy pálida y delgada, y su tos permanente , le quitaba fuerza día a día.
Al pie de la sierra, y junto al río, viviían sus hermanos, los comechingones, que los recibieron dispuestos a rogar al dios Inti por la salud de la indiecita.
Chani era una joven muy bella y estaba muy enferma. Cuando Istinku la conoció, sintió el deseo de protegerla y de rogar, día y noche por su salud. El era un joven fuerte y trabajador; sembraba la tierra con su padre y no tardó en hacer amistad con ella.
Los días pasaban y Chani seguía muy débil. Istinku rogaba por ella y entre ambos surgió el amor. Todos los jóvenes de la comarca eran testigos del afecto que nacía y se unieron para rogar al dios Inti por la salud de la indiecita. Pedían al cielo rayos de luz y calor que, como decían los ancianos, sería lo que podía salvar su vida.
El invierno no tardó en llegar y los rayos de Inti no eran lo suficiente fuertes como para sanar a la joven.
Después, el tiempo de las lluvias; gruesos nubarrones cubrían el cielo. Chani estaba cada vez más pálida y débil. Su tos no le daba descanso. Los ancianos de la tribu no lograban aliviarla con sus medicinas
Istinku, corrió una noche hasta el pie de la montaña y levantó sus brazos al cielo, esperó la salida del dios Inti para pedirle rayitos de luz y calor para su amada indiecita ... El valle se hizo eco de su ruego que corrió por el monte, junto al murmullo del río y el canto de los pájaros. Toda la tierra supo de su amor y su plegaria ... Así fueron pasando los días y las noches.
Allá en la tribu, Chani estaba muy débil. Un profundo sueño empezó a invadir todo su cuerpo; sus ojos cansados, se fueron cerrando lentamente... En ese momento, un rayo de sol iluminó su frente y en su carita se dibujó una expresión de alivio y felicidad. Se había dormido para siempre...
Los hermanos de Istinku recordaron entonces que el joven llevaba varios días al pie de la montaña. Corrieron para darle la triste noticia, era la hora del atardecer; una nueva fragancia crecía en el aire.
Grande fue las sorpresa cuando al llegar, se encontraron con un hermoso árbol que aún conservaba la figura del joven. Sus piernas se habían hundido como raíces en la tierra, la piel morena que cubría su cuerpo, era una corteza oscura y rugosa; sus brazos, tendidos al cielo, se habían multiplicado en ramas con hojitas verdes y pequeñas espinas grises que protegían cientos de copitos, amarillos y perfumados, cubriendo todo el follaje. Eran pequeños capullos de sol que Inti le había regalado en premio a su amor y fidelidad.
Istinku se convirtió así en un hermoso Aromo. El viento lo fue sembrando a lo largo de todo el valle; y desde entonces, se viste de sol todos los años y su perfume purifica el aire para todo aquel que llega a esta región en busca de la salud perdida.
Los Aromos son,desde aquel día un símbolo de custodia, amparo y protección.-
Nombres propios de la Lengua Quechua :
*Chani : Que tiene valor, que aprecia
*Inti: Sol
*Istinku: Hierba aromática (Aromo)
"Capullos de Sol" (Leyenda de Los Aromos)
Chani era una joven indiecita que llegó con su familia para quedarse en este valle, junto con los aborígenes que vivían aquí, felices, trabajando la tierra, sembrando, criando sus animales.
Los padres de Chani, siguiendo el consejo de los ancianos de su tribu, vinieron buscando la salud para la joven, en este valle lleno de sol y con su hermoso río, amplio y cristalino. Ella estaba muy pálida y delgada, y su tos permanente , le quitaba fuerza día a día.
Al pie de la sierra, y junto al río, viviían sus hermanos, los comechingones, que los recibieron dispuestos a rogar al dios Inti por la salud de la indiecita.
Chani era una joven muy bella y estaba muy enferma. Cuando Istinku la conoció, sintió el deseo de protegerla y de rogar, día y noche por su salud. El era un joven fuerte y trabajador; sembraba la tierra con su padre y no tardó en hacer amistad con ella.
Los días pasaban y Chani seguía muy débil. Istinku rogaba por ella y entre ambos surgió el amor. Todos los jóvenes de la comarca eran testigos del afecto que nacía y se unieron para rogar al dios Inti por la salud de la indiecita. Pedían al cielo rayos de luz y calor que, como decían los ancianos, sería lo que podía salvar su vida.
El invierno no tardó en llegar y los rayos de Inti no eran lo suficiente fuertes como para sanar a la joven.
Después, el tiempo de las lluvias; gruesos nubarrones cubrían el cielo. Chani estaba cada vez más pálida y débil. Su tos no le daba descanso. Los ancianos de la tribu no lograban aliviarla con sus medicinas
Istinku, corrió una noche hasta el pie de la montaña y levantó sus brazos al cielo, esperó la salida del dios Inti para pedirle rayitos de luz y calor para su amada indiecita ... El valle se hizo eco de su ruego que corrió por el monte, junto al murmullo del río y el canto de los pájaros. Toda la tierra supo de su amor y su plegaria ... Así fueron pasando los días y las noches.
Allá en la tribu, Chani estaba muy débil. Un profundo sueño empezó a invadir todo su cuerpo; sus ojos cansados, se fueron cerrando lentamente... En ese momento, un rayo de sol iluminó su frente y en su carita se dibujó una expresión de alivio y felicidad. Se había dormido para siempre...
Los hermanos de Istinku recordaron entonces que el joven llevaba varios días al pie de la montaña. Corrieron para darle la triste noticia, era la hora del atardecer; una nueva fragancia crecía en el aire.
Grande fue las sorpresa cuando al llegar, se encontraron con un hermoso árbol que aún conservaba la figura del joven. Sus piernas se habían hundido como raíces en la tierra, la piel morena que cubría su cuerpo, era una corteza oscura y rugosa; sus brazos, tendidos al cielo, se habían multiplicado en ramas con hojitas verdes y pequeñas espinas grises que protegían cientos de copitos, amarillos y perfumados, cubriendo todo el follaje. Eran pequeños capullos de sol que Inti le había regalado en premio a su amor y fidelidad.
Istinku se convirtió así en un hermoso Aromo. El viento lo fue sembrando a lo largo de todo el valle; y desde entonces, se viste de sol todos los años y su perfume purifica el aire para todo aquel que llega a esta región en busca de la salud perdida.
Los Aromos son,desde aquel día un símbolo de custodia, amparo y protección.-
Nombres propios de la Lengua Quechua :
*Chani : Que tiene valor, que aprecia
*Inti: Sol
*Istinku: Hierba aromática (Aromo)
Esta leyenda fue creada para la "Guardia de los Aromos" de Santa María de Punilla,
tomando elementos de la región y respetando las características naturales de nuestra zona
Santa María de Punilla - Córdoba - Argentina
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