En nuestras conversaciones y el trato habitual con la gente, es muy común escuchar y emplear dichos que a través del tiempo se intregraron y forman parte del folklore y las costumbres cotidianas.
Hemos rescatado del suplemento cultural “Caldenia” del diario “La Arena” de la ciudad de Santa Rosa (L.P), un comentario enviado por el señor Carlos Martino, colaborador del mencionado periódico, y publicado en su edición del domingo 31 de julio de 2005.
Estos son algunos significados de frases que se han hecho populares;
-La chancha y los veinte : pretender todas las ventajas para sí mismo, en un negocio o en trato cotidiano con los demás. Es una expresión criolla y muy de campo, originada en el mundo de los matarifes y vendedores de ganado. Originariamente se decía que el fulano en cuestión quería quedarse “con el chancho, la chancha y los veinte chanchitos”.
A propósito otro dicho “hacer una chanchada”, es negociar de una manera miserable, y desleal con otros.
-El que se fue a Sevilla perdió su silla: es un llamado a no descuidarse, porque se corre el riesgo de perder una posición social o un bien. Se cuenta que en tiempos de la reina Isabel la Católica, el obispo de Sevilla don Alfonso de Fonseca debió viajar a Galicia para resolver temas de la Corona española. Dejó en el cargo a su sobrino, pero cuando el obispo Fonseca regresó de su viaje, éste se negó a devolvérselo.
-Ser chusma o un chusma: Ir con cuentos, sembrar rumores.
Chusma es una palabra pampa. En la tribu, la “chusma” estaba integrada por lo no combatientes: mujeres , niños y enfermos. Antes los soldados blancos, hablaban en voz baja.
Despectivamente se asoció chusma con chisme. Los conservadores hablaban allá por el año 1916 de “la chusma radical”
-No es moco de pavo: no subestimar una cuestión, aunque parezca fácil a primera vista. Hacia 1890 o aún antes, en la época en que se usaban relojes de bolsillo con cadena, los ladrones españoles decía que el “pavo” era la víctima y el “moco” – aludiendo a la carne que cuelga del pico del animal –era la cadena del reloj.
- Irse a la quinta del ñato: morir, terminar en el cementerio. Hay diversas versiones sobre el origen de la frase que es un típico argentinismo. Algunos creen que viene del lunfardo del siglo XX, otros del habla gauchesca que queda fijada literariamente con el “Martín Fierro” de José Hernández en la década de 1870. El ñato es la calavera de huesos desnudos, ya sin nariz, y la quinta es el cementerio.
martes, 1 de abril de 2008
Dichos populares
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