sábado, 19 de septiembre de 2009

José Repiso Moyano

EDUCAR LA SENSIBILIDAD

Toda persona educa su sensibilidad para algo, en función de lo que debe realizar -por responsabilidad individual- y de lo que desea: una mujer puede educarla para ser madre, un niño para ser cantante o un “niño-soldado” para el odio o para la guerra. Un pueblo puede haber sido educado para sobrevalorar el dinero, una joven lo puede haber sido para amar con respecto a la sublimación de unos cánones de belleza, un corporativismo de profesionales de la psiquiatría para ver enfermedades sólo y no precisamente personas, sobre todo, que no han podido evitar las circunstancias que les ha tocado vivir -en este sentido existen enfermedades que corresponden a circunstancias que las posee todo el mundo: obsesiones, fobias, tensiones, etc.-, unos periodistas para aceptar guerras justificadas o, unos periódicos, no para proteger al ciudadano en general y a la razón sin cortapisas, sino unos intereses propios, muy propios. En verdad, en un mundo donde se favorece a unos mucho y a otros no, los poetas de los países ricos se sobrevaloran demasiado por creerse sensibles, "negociantes" en ser solidarios por dar dinero del mucho que les sobra; en cambio, un ser humano en otro lugar puede ser perfectamente más sensible con su medio natural o los miembros de una comunidad en otro lugar más solidarios entre ellos. Pero lo peor o lo desagradable es que, éstos últimos, no van todo el día presumiendo de ser sensibles o solidarios, no lo utilizan como cualidad o truco para el éxito o como recurso publicitario para dar una buena imagen de buen progreso, aun de pueblo o de país. O ¿es, eso, acaso algo que sirve para justificar errores, para... lavar conciencias por el camino más corto? En demostración posible, los medios de comunicación siempre difunden que son -¿cómo no?- los solidarios los países ricos -EE.UU..., Francia, España, etc.- y, al ser solidarios, ¿para qué pedir más?, pues... que sigan haciendo lo que quieran. También, los santos en tales países desarrollados son muy difundidos y protegidos; pero no los de cualquier otro país, esos precisamente que tienen que esforzarse "sin salida para recoger ayudas" muchas veces más para, luego, ser considerados como... nada. Ellos –esos que siempre presumen de su derroche- siempre dicen: "Esta empresa es la mejor del mundo", "Este restaurante es el mejor del mundo", "Este pueblo es el mejor del mundo", "Esta casa es la mejor del mundo"; pero ¿qué saben ellos lo que es... el mundo? Son ególatras, sin duda.
Nota.- Otro aspecto, el cual no se debe olvidar, es que educan los que más poder tienen para resignar a los demás a que acepten su poder: que no se preocupen mientras ellos lo tienen todo organizado o preparado a su favor. Es la sangre fría, pero poseen casi todos los medios para que prevalezca.
España

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