viernes, 18 de junio de 2010

Edgard Morisoli

Antorchas de utopías

Hablo de libros que se hicieron humo,
ceniza, ausencia. Esto ocurrió en la Historia
muchas veces. En China y en Egipto,
en Francia o en España, en toda Europa,
en nuestro continente desde hace cinco siglos,
y especialmente en las infortunadas
ex Provincias Unidas de América del Sur.


Lo ordenaron tiranos, califas, generales,
emperadores sacerdotes
de todo credo y toda tolerancia,
oscuros procesados.
el Santo Oficio con su Index,
los guardianes del Orden y La Ley del Embudo,
sórdida envidia, delación, sensores
de muchas menas, bárbaros cruzados
de cualquier fanatismo,
mesiánicos al uso y al abuso,
y esas mentes blindadas en las que penetra
ni surge alguna idea ni por broma,


Libros quemados. Libros enterrados
para que no los quemen. Escondidos en
buhardillas o sótanos,
errantes, peregrinos
de posta en posta de la resistencia,
y al fin también perdidos.


Libros ardidos, seguirán ardiendo.



Nació en Acebal, Santa Fe, pero está radicado en La Pampa desde 1956. La elección de "radicado" no es casual: la raíz de su poesía se hinca profundamente en esa tierra austera para desplegar desde allí la metáfora del hombre.
En la poesía de Morisoli, se ha dicho alguna vez, se conjugan "vocación y destino". El quehacer poético, conviene recordar, se desarrolló simultáneamente a la labor del agrimensor, que mide, conoce, palpa la tierra con una mirada penetrante que no es la del hombre común.
Su actitud comprometida socialmente está presente desde los comienzos de su obra, pero en los poemas más recientes, donde hay un trabajo de síntesis mayor, profundiza a partir de pequeños hechos, metáfora de la devastación del neoliberalismo. Edgar Morisoli, uno de los poetas mayores de la actualidad, construye, desde la región más postergada de La Pampa, una sólida y bella poesía esclarecedora, hecha menos para el deleite musical que para meterla en nuestro respiro y nuestro pulso".
Entre su obra se destaca: Salmo Bagual, Solar del Viento, Tierra que sé y Al Sur Crece tu Nombre, Cancionero del Alto Colorado, Bordona del Otoño /Palabra de Intemperie, Hasta aquí la canción, Cuadernos del Rumbeador, La lección de la diuca, Última rosa, última trinchera y Un largo sortilegio, a los que pronto habrá que sumar Tabla del Náufrago.

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