jueves, 20 de diciembre de 2012

Leyendas Argentinas



 La Leyenda del Isondú

 (inspirada en una leyenda post-hispánica de origen incaico)
                              
                                                               por  Silvia Loustau



El Isondú es el bichito de luz. Sí, ese que alumbra alegremente las noches de verano. Pero para que comprendan bien esta leyenda les voy a contar quien era Tupac Amarú. Descendiente de los Incas nació en 1740. Fue educado en los mejores colegios Jesuitas que había en Perú, pero eso no evitó que Tupac creciera con una gran sensibilidad hacía su verdadero pueblo, los indios, los mestizos. Así fue que ante las injusticias cometidas por los españoles, Tupac y su compañera Micaela, seguido de gran parte su pueblo, enfrentaron al invasor para que la tierra fuese devuelta a sus verdaderos dueños. Tupac fue cruelmente vencido y cruelmente ejecutado en 1781. Desde entonces comenzó a circular esta leyenda.
 Después que Tupac Amarú fue ejecutado muchos de sus hombres fueron tomados prisioneros por los españoles. Entre ellos eligen a cuarenta de los principales, los más inteligentes, los mejores y escondidos entre las sombras de la noche los atan uno a uno, como formando una cadena los atan pierna con pierna. así encadenados los llevan por los sinuosos caminos que se abren en los altos Andes. El caminar de aquellos cuarenta indígenas era lento. Dificultoso. Al amanecer todos le piden a Inti(el dios Sol ) que los proteja. Pero la cuesta durante el día parece cada vez más empinada, la sed les reseca la boca, los cuerpos de aquellos valerosos guerreros se va debilitando por la falta de agua y de alimento. Pero ni un quejido sale de su boca. Sí, la cuesta era empinada más ellos caminaban con la frente alta, como buscando en el cielo un mensaje que sólo ellos sabrían descifrar.
Las sombras del atardecer acarician las laderas de las montañas. Un aire tenue, violeta envuelve a esos cuarenta hombres que continúan el camino azuzados por los españoles. Inti acaricia con sus rayos a cada uno de ellos y ellos parecen interpretar esa caricia sobre sus cuerpos morenos y agotados. En el oscuro azul de aquel cielo brilla el lucero y después muy fuerte la Cruz del Sur, ellos la miran y una plegaria silenciosa los vuelve a unir .
Los españoles hacen un alto, encienden fuegos, comen y beben, a los prisioneros les dan un poco de agua y apenas unos puñados de maíz cocido. Allá arriba, en lo alto de los Andes, junto a las fogatas que titilan los españoles van quedando dormidos, apenas tres o cuatro guardias custodian a los cuarenta prisioneros que siguen atados pierna con pierna. De repente una luz parece envolver esa fila humana . Una luz brillante, verde esmeralda, amarillo maíz, azul aguamarina. Luces. Luces. Luces.Los guardias se asombran, se asusten, los otros españoles se despiertan. Entonces, frente a ellos empieza a volar un bichito de luz . Una luz que parece transmitir un mensaje. De pronto, uno, dos tres...cuarenta bichitos que titilan, que dan más luz a la noche.Los guardias gritan. Los prisioneros han desaparecido. Sólo quedan las cadenas. Es que cada uno de ellos había recibido el toque de Inti y la bendición de la Cruz del Sur. Se habían convertido en el Isondú, el bichito de luz que desde entonces surca el cielo de nuestra América llevando el mensaje de la libertad.
 
(de: Cuentos para Gurises por Silvia Loustau)
 
 
Silvia Loustau: Nacida en Mar del Plata (Bs As). Argentina. Escritora, traductora, y coordinadora de Talleres Literarios.

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