lunes, 19 de marzo de 2012

Los Comechingones


   

                                     por Ana María Sixto

Cuando Don Jerónimo Luís de Cabrera abandono su Andalucía natal, en su mocedad y plenitud de fuerzas, no imagino los avatares de como seria el desarrollo de los acontecimientos que le tocarían vivir, y quienes serian los amigos que trazarían los destinos en el Nuevo Mundo..
Leamos...
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"Ciudad encantada de la Patagonia

La leyenda de la Ciudad de los Césares o Encantada de la Patagonia, fue el último gran mito de la conquista americana. Tuvo una vida muy larga que supervivió a la conquista misma. Comenzó en 1529 y duro hasta fines de XVIII.

La también llamada Ciudad errante, Elelín o su más conocido nombre de los Césares, es una ciudad de plana cuadrada, como Buenos Aires; de piedra labrada y edificios techados con tejas. Sus templos eran de oro macizo. El pavimento también es de oro macizo. En algunas versiones está en un claro del bosque; en otras, en una península; otras dicen que esta en el medio de un lago, con un puente levadizo para la única puerta que le da acceso. Abunda en ella el oro y la plata, de la cual están forradas las paredes, con estos metales también se hacen asientos, cuchillos y rejas de arado. Tienen campanas y artillería, las cuales se escuchan de lejos. Algunos dicen que al lado de ella hay dos cerros, uno de diamante y el otro de oro.

Sus habitantes son altos, rubios y con barba larga. Hablan una lengua extraña, aunque en algunas versiones es el español. Se dedican al ocio, y no tienen enfermedades. O son inmortales o solo mueren de viejos. Algunos dicen que son exactamente los mismos que fundaron la ciudad, ya que no nace ni muere nadie en la Ciudad Encantada. Tienen indios a su servicio, y algunos custodian el camino que lleva a ella. Algunas versiones dicen que son dos o tres ciudades (sus nombres son Hoyo, Muelle y Los Sauces). Tienen vigías para detectar la proximidad de intrusos e impedirles el acceso. Hay versiones que dicen que es invisible para los que no son habitantes de ella, a veces uno la puede ver si es justo o al atardecer o el viernes santo. Se la puede atravesar sin siquiera darse cuanta. Algunos dicen que es errante, o sea, que para encontrarla hay que limitarse a esperarla en un sitio."

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Tal el relato de James Burgh,quien publico una ficción sobre la mítica Ciudad de Los Cesares, en la que describía la utópica
ciudad inserta en La Patagonia...
Mas allá de los relatos de los distintos historiadores y fervorosos escritores, lo cierto es que, don Jerónimo Luís de Cabrera llega a estas tierras de Sudamérica allá por el 1622...Imposible relatar aquí, sobre los avatares de este hidalgo, que pasando el Tucumán,(donde ya había una comunidad Diaguita, se acerca a las serranías mas próximas buscando (como todos los audaces, la mítica ciudadela)...Se abre entonces ante si y su escasa comitiva, el fértil Valle de Punilla ,donde observa verdes y frescos pastos con tintineantes arroyos y azules serranías...Había llegado pues, a orillas del Rió SUQUIA.Y es allí entonces, donde funda en 1622, la Ciudad de Córdoba de la Nueva Andalucía .Asentando allí sus reales por orden del Rey.
Alli comienza entonces una nueva vida para todos ellos y nosotros...
La mayoría de los allí asentados,(que fueron muy pocos españoles y algunos indios originarios del PERÚ, fueron mezclándose con la población nativa. Que por cierto, era numerosa.
La denominación de esta población fue una palabra vulgar que se utilizo para denominar a los indios que vivían en las serranías de San Luís y Córdoba.

El apelativo «comechingón» parece ser la deformación de una palabra peyorativa que les daba la etnia salavinón -o sanavirona- que hacia el siglo XV, procedente del interfluvio río Dulce-río Salado (actual Provincia de Santiago del Estero), invadía los territorios ancestrales de los henîa-kamiare. Los sanavirones los llamaban «kamichingan», que en idioma salavirón parece haber significado 'vizcacha' o 'habitante de cuevas', esto debido al tipo de vivienda semisubterránea de los henia-kamiare.[cita requerid
Sin embargo según la crónica del conquistador español Jerónimo Bibar, escrita en 1558, el apodo les fue dado directamente por los españoles al escuchar el grito de guerra de los henîa: "¡Kom-chingôn!", según Bibar este grito se traduciría por "muerte-a-ellos" (a los invasores). Es probable que los sanavirones "entendieran" y "tradujeran" con mofa tal clamor de guerra de sus enemigos con la palabra "kámichingan".
La cultura comechingona poseía indudables influjos de procedencia andina, practicando la industria textil con lanas de auquénidos, cestería, metalurgia y cerámica o coroplastia medianamente elaborada. Eran sedentarios, cazadores-recolectores (en especial de bayas de algarrobo criollo y otros frutos: molle, piquillín, chañar y "coco" -de la palmera caranday-) así como horticultores de papas -patatas-, maíz, zapallo, porotos, quínoa), eran también poseedores de una incipiente ganadería y avicultura al poseer grandes rebaños de llamas y criar gallináceas como las pavas de monte, aunque su dieta en parte provenía de la caza.
Se estima que los comechingones tenían una influencia relacionada con los astros, se realizaban ceremonias adorando los astros, los equinoccios y los solsticios, ceremonias de luna llena, dichas ceremonias consistían en un agradecimiento a la pachamama por los alimentos recibidos, por la salud de los habitantes de la etnia, también realizaban algunos cánticos, se armonizaban con algunos instrumentos musicales construidos por ellos como caja o tambor y ocarina o un elemento similar con un significado de expresión, respetaban las aves principalmente al cóndor y el águila.
Muchos antropólogos tienden a considerar a los hênia-kamiare como un conjunto muy diferenciado del grupo huarpido. Dos rasgos de los comechingones que más han llamado la atención son su aspecto caucasoide (los varones eran barbudos ya en la pubertad), sus tallas relativamente elevadas para su época (aproximadamente 1,71 cm. en los varones), y la existencia de una frecuencia de quizás el 10% de individuos de ojos verdosos.
El otro rasgo llamativo fue el de sus viviendas: casas de piedra, colectivas y semisubterráneas para soportar mejor los fríos (hasta las caídas de nieve) del invierno meridional.
Es de tener muy en cuenta que los hênia-kamiare o "comechingones" poseían su propio idioma, aunque actualmente en el territorio que habitaban abunda la toponimia en runa sini o quechua; esto debido a que los conquistadores españoles desde el s XVI impusieron el runa sini (dialectizado)
No existen datos que permitan decir con certeza plena que la cultura Ayampitín (nombre de un sitio del noroeste cordobés) sea correspondiente de un modo absoluto a un "momento formativo" de la etnia de los hênia y kamiare o "comechingones".
Casi con certeza la llamada Cultura Ongamira que comprendía Ongamira, Quebrada de la Luna (los Terrones);cerro Minas, cerro Colchiquin surgida hacia el 4600 a. C. es precedente directo de la cultura comechingón, aunque recién se puede hablar de una cultura comechingón en el período que va del 500 al 1600 d.C diluyéndose esta cultura con la criolla-española tras el s XVI (uno de los últimos asentamientos con una cultura "comechingona" típica se ubicó en la localidad de Nono hasta el 1750, tras 1600 corresponde hablar de una cultura "...Como otros pueblos precolombinos del actual territorio argentino, en el siglo XVI los "comechingones" se hallaban organizados en jefaturas y (debido a la acumulación económica y de poder) en señoríos: hacia el 1100 a.C el ámbito "comechingón" se encontraba habitado por comunidades productoras de moderados excedentes alimentarios, estas comunidades se asentaron en las zonas más fértiles y menos frías, es decir, principalmente en el fondo de los valles.
Sin embargo, permítanme decirles, mas allá de los datos históricos y antropológicos, que muchos se conservan como patrimonio cultural de una región que nos pertenece y llevamos en el corazón, muchas de las personas de hoy conservan rasgos y características de tales antepasados.Tal por el largo de sus huesos y facciones, como así también el color del cabello, estos signos personales de los individuos que durante siglos han permanecido y desarrollado en esta región,entremezclandose con huarpes,pampas,ranqueles...Afortunadamente, se han conservado en distintos museos y zonas cordobesas, objetos y pertenencias de este pueblo comechingon,que nos merece respeto por su sabiduría .La sierra que une .Córdoba y San Luís, se denomina Sierra de Comechigones, siendo su pico mas alto el Cerro Champaqui-
La palabra Champaquí, deriva del quichua: -Champa- vocablo que se refiere a césped o pastos con raíces en suelo de humedad permanente. Esta es una de las características del Cerro. El conocido quichuita Domingo Bravo, dice que la voz champa significa: césped arrancado para obstruir una corriente de agua, para limitarla o derivarla. En Salta la palabra champa se utiliza para designar trozos de tierra o de barro con raíces y también a la leña delgada, que es la primera que se coloca para encender el fuego...por vecinos del valle de San Javier, en casa de Tomás Domínguez la leyenda de la novia de la Laguna. Después de la pampilla de la cima, farallones a modo de fuerte custodian una laguna circular, alimentada por arroyos. En los atardeceres se alza un suave vapor, que el sol tiñe de rojo y de oro. Entonces aparece una mujer de cabellos rubios envuelta en blanco y anaranjado tul: Es la novia de la Laguna. La conocía por Raúl Verde Paz como leyenda del Champaquí.
En una de las grandes cuevas, en la falda oriental, poco antes de llegar a la cumbre del cerro, vivía un jefe indio, que desde esa atalaya natural vigilaba toda la región. Desde ese amplio horizonte descubrieron un día gentes de raza blanca, al oeste en el Valle de San Javier. En una de sus incursiones al otro lado de la sierra, cortada a pico, raptó a una muchacha rubia de rara belleza. La llevó a su cueva de la montaña como hizo Bamba en el Valle de Punilla."
Incontables historias nos hablan de una vigorosa comunidad, que dejo su impronta en cada lugar por donde tuvimos nuestros antepasados: los "Komechingones"...
 
Ana María Sixto: escritora, fotógrafa profesional . Buenos Aires
      

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