martes, 19 de marzo de 2013

 Leuvucó



                                                      por Julio F. Vassarotto   

 Vengo de colgar la ropa acá en mi rancho urbano de Huinca Renancó. La va secar este sol que hoy empieza a alargarse.La tarde del año nuevo sin número Raculche. (Domingo 23 Junio de 2012)     

 Ayer nos llegamos con el Coco a comer el asado a orillas de La Laguna de Leuvucó (Manantial que aún corre porque las almas buenas del corral de la luz beben esa agua). Imprudentemente al llegar recorrí el suelo de la ahora laguna seca (Fui severamente corregido por loncos de la Comunidad Ranquel por haberme desbordado de su espacio de dos hectáreas. Pedí disculpas y me excusé diciendo que ignoraba la cuestión de la propiedad de esas tierras). Al volver ya el Coco había tirado sus costillas y chorizos en la parrilla común, luego me mando a traer nuestro pan para poner en la mesa. Los Ranqueles habían puesto carne de potro entre otras cosas.  

 Luego del asado después de una charla de casería de chanchos con perros y de perros de cazar chanchos se armó un contra punto de historias regionales donde la verdad es corrida a un costado si va entorpecer la risa. Desde ya ganó mi padre. El mate amargo rodaba en la siesta el monte. Si bien las historias del Coco ya las sé hasta la recitación fue muy hermoso escuchar las de Victorica y la región (En algún momento la payada deambuló hasta Puelén). Sólo voy a contar el golpe final de mi viejo, las otras si la quieren conocer tienen que acercarse a comer el asado donde nazca.   Estábamos reclutando conscriptos cuando mi viejo nombra a alguien estigmatizado por su baja estatura (Nunca retengo los nombres auque que es irremediable citarlo por la “verdad” de la historia. Sepan disculpar). El Coco nos ubica en la primera formación  del cuartel. “¿Quién tiene mas de uno ochenta?” Dice con vos marcial. Todas las torres de las diferentes colonias dan un paso al frente  con la esperanza de escoltar al Libertador como granaderos, entre ellos este hombre petiso “¿Y usted que hace?” dice el Coco con la misma voz  algo mas enérgica. El recluso metiendo la mano en el bolsillo responde temeroso, tímido “Yo tengo dos pesos”.  

 También es esa charla se hablo de otras cosas. Lo que más me impresionó fue cuando en las vísperas del año nuevo pregunté si había algún número para decir. “Hace miles de años que estamos acá y no nos hace falta saber exactamente cuantos”.  Una fría conmoción me corrió dentro: nunca había estado con una Comunidad con una cosmovisión del tiempo como, según mi fe, es la de Dios. Se dijo que el Espíritu es uno. El hombre debe acabar con la concepción de los pueblos elegidos porque Dios eligió a toda la vida y todo donde ella se apoya. Al volver por los caminos del monte pensaba en este ejercicio sólo humano de mirar la creación de afuera (Dios nunca puede abandonar la creación)  y veía un colador de arroz lleno de miel con agua. Columnas de miel cayendo sobre una gran rodaja de pan desborda, oculta en el fruto de insectos. 

Ignoro todos los nombres. Hay una danza ritual inspirada en el ñandú donde los jóvenes deben girar zapateando y moviendo las alas levantado polvareda toda la noche al son de tambores (Vuelvo a pedir disculpas por ignorar todos los nombres). Cuando el nuevo sol sale en el horizonte rasguñado por el monte ellos tienen que estar envueltos por polvo, para sentir que son de ella. Han girado en torno a un tótem de cuatro escalones enclavado junto a los restos de la Dinastía de los Zorros,   Paguitruz o Panguitruz Gnerr (Conocido en el mundo cristiano como Mariano Rosas). Parece mentira que los ancestros de este pueblo nunca hayan leído:  

 Génesis 3:19) 19 Con el sudor de tu rostro comerás pan hasta que vuelvas al suelo, porque de él fuiste tomado. Porque polvo eres y a polvo volverás”.   

 Dios escribió su palabra en un idioma que excede toda grafía o cultura. Los ancestros Ranqueles (ágrafos) al igual que los remotos en el espacio inspirados por Dios para escribir el génesis escucharon lo mismo. La palabra es una, por que el espíritu es Uno.   

 He aquí donde se encuentra la gran discusión del pueblo Ranquel con sus invasores. Los Ranqueles no van a poner en discusión la propiedad de la tierra que escrituró la Nación Argentina por que no se  puede tener propiedad de algo que los posee a ellos (Por traslación a todos) ¿Cómo voy a ser dueño de mi Dios?. Imagínense a un cristiano Católico registrando hostias  en catastro. Peleando el precio o la calidad del cáliz ya consagrado en Cristo Vivo y Presente. Acaso Cristo mando a regatear o vender su cuerpo. 

 De tan cerca que estaba fuimos con el Coco a conocer el Pisadero de Victorica. Un vertedero de agua donde se acento una avanzada de los milicos que luego dio lugar a la población Dos miembros de la Comunidad se ofrecieron guiarnos Al volver el último sol se despedía, comenzaban las ceremonias En una prolongación de la amable me invitaron a quedarme. Si había llegado hasta ahí había por algo era, debía escuchar a mi corazón. El Coco estaba cansado así que pegamos la vuelta. También por respeto a la mística Raculche uno que ignora todos los nombres no corresponde quedarse.   

 En ese mismo camino donde la miel con agua caía  se me vino la angustia de la identidad latinoamericana. Que mierda soy yo en medio de todo esto. Que bala del Genocidio Ranquel me corresponde. Mis abuelos no mataron ningún indio pero su latencia era imprescindible para dar sentido al Genocidio, son parte de la segunda etapa del plan de muerte. En la búsqueda de paz se que Jesús en aquellos momentos de sangre no estaba en la Catedral de Río Cuarto sino asistiendo en el campo de Cochicó a los últimos. También pensé que no hay un átomo de mi columna vertebral ni de mi masa encefálica que no haya brotado de esta tierra de Watt y Huinca Renancó correspondientes a la región Ranquel. Pero también me acordé de Neruda:         

Todo lo que usted quiera, si señor, pero son las palabras las que cantan, las que suben y bajan... Me prosterno ante ellas... Las amo, las adhiero, las persigo, las muerdo, las derrito... Amo tanto las palabras... Las inesperadas... Las que glotonamente se esperan, se escuchan, hasta que de pronto caen... Vocablos amados... Brillan como piedras de colores, saltan como platinados peces, son espuma, hilo, metal, rocío... Persigo algunas palabras... Son tan hermosas que las quiero poner todas en mi poema... Las agarro al vuelo, cuando van zumbando, y las atrapo, las limpio, las pelo, me preparo frente al plato, las siento cristalinas, vibrantes, ebúrneas, vegetales, aceitosas, como frutas, como algas, como ágatas, como aceitunas... Y entonces las revuelvo, las agito, me las bebo, me las zampo, las trituro, las emperejilo, las liberto... Las dejo como estalactitas en mi poema, como pedacitos de madera bruñida, como carbón, como restos de naufragio, regalos de la ola... Todo está en la palabra... Una idea entera se cambia porque una palabra se trasladó de sitio, o porque otra se sentó como una reinita adentro de una frase que no la esperaba y que le obedeció... Tienen sombra, transparencia, peso, plumas, pelos, tienen de todo lo que se les fue agregando de tanto rodar por el río, de tanto transmigrar de patria, de tanto ser raíces... Son antiquísimas y recientísimas... Viven en el féretro escondido y en la flor apenas comenzada... Qué buen idioma el mío, qué buena lengua heredamos de los conquistadores torvos... Estos andaban a zancadas por las tremendas cordilleras, por las Américas encrespadas, buscando patatas, butifarras, frijolitos, tabaco negro, oro, maíz, huevos fritos, con aquel apetito voraz que nunca más se ha visto en el mundo... Todo se lo tragaban, con religiones, pirámides, tribus, idolatrías iguales a las que ellos traían en sus grandes bolsas... Por donde pasaban quedaba arrasada la tierra... Pero a los bárbaros se les caían de las botas, de las barbas, de los yelmos, de las herraduras, como piedrecitas, las palabras luminosas que se quedaron aquí resplandecientes... el idioma. Salimos perdiendo... Salimos ganando... Se llevaron el oro y nos dejaron el oro... Se lo llevaron todo y nos dejaron todo... Nos dejaron las palabras.   

 Ser latinoamericano es ser joven y juventud es fuerza y no sabiduría.   

 A la hermosa Nación Ranquel gracias y si el mundo fuera Ranquel hoy todos los humanos no estaríamos al borde de la muerte por que ningún pueblo mata a su Dios. También Gracias a Dios que nunca permitió que ningún Genocidio sea absoluto a pesar de la voluntad y el gran esfuerzo esgrimido por sus pertreñadores.   

Ya se debe de haber secado la ropa, el día está hermoso en Huinca.    

 Julio Fernando Vassarotto: Nació en Huinca Renancó (Córdoba) Argentina. Poeta Contacto: juliovassarotto@yahoo.com.ar

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