domingo, 19 de junio de 2011

Leyendas Argentinas



La leyenda del girasol


En la aldea pequeña junto al bosque de coníferas, vivía Soraya. La pequeña había crecido en medio de los cuentos de su abuela, pero siempre le pedía una vez más , que le relatara la leyenda del girasol.
Doña Martina, lo repetía solamente cuando se abrían todos los girasoles. Entonces, llegaban hasta el jardín , donde relucían como enormes soles , todos los girasoles y allí comenzaba a relatar una vez más la leyenda que tanto gustaba a Soraya.
“En una caverna que las olas habían hecho en el alto acantilado frente al mar , se refugió una joven , única que se salvó de una guerra tribal.
Alejada de su pueblo que ya no existía ,Ecktria comenzó a alimentarse con todo lo que la marea dejaba en la entrada de la gruta, las gaviotas eran sus únicas compañeras y cientos de piedritas marcaban su vivienda natural .
Aguardaba la salida del sol para abrigarse y comenzó a adorarlo como a un dios.
Sus largos cabellos dorados parecían ser extensión de sus rayos .
Ecktria se entristecía y se bañaba en lágrimas cuando un manto de espesas nubes ocultaban al astro de fuego y luz. Lo extrañaba y le cantaba aleluyas como cuando aparecía.

Aleluya tu fuego
que brilla y amo
con fuerte pasión.
Aleluya sol
de llamas me abrigas
de luz me iluminas
tu giro es mi giro
de loca pasión.

Apenas él volvía a relucir y dejar destellos de bronce en su piel , se trasformaba en la mujer más feliz del mundo. Sentía las caricias tibias en todo su cuerpo, mientras atrapaba su luz en algunas caracolas . Las noches frías cerca al mar, no le lastimaban porque había aprendido a guardar en varias ostras muchos rayitos del cálido sol.
Pero una noche , una rápida marea entró hasta la gruta devorando todo y arrastró al mar a Ecktria. Adormecida ,llevada por las olas llegó sin saberlo a una orilla lejana de verde pradera.
Despertó buscando a sol, pero ya no lo sintió , ni vió su caverna, ni a las gaviotas .Las caracolas tampoco estaban .
Lloró, lloró mucho, desesperadamente.
Hundió sus manos en la tierra quiso fundirse en ella , quizás allí sentiría el calor del sol. Quería siempre tenerlo, seguir su viaje en el infinito, llenarse con su calor, embellecerse con su luz, adorarlo como a un dios , como a un rey sin trono.
Su deseo creció tanto y tanto que un rayo intenso de dorada luz filtrado entre las nubes , hizo crecer en ese hoyo donde hundiera sus manos , una planta alta y elegante, elevada con dignidad y alegría ,con pétalos amarillos relucientes como un sol , coronando así a su bellísima flor”

Stella Maris Taboro: San Jorge - Santa Fé (Argentina)


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