sábado, 19 de marzo de 2022

Nº98 - Otoño 2022

 Ignacio B. Anzoategui (h)


Y aquí, señores míos
 
Y aquí, señores míos,
un pedazo de vida en movimiento.
 
No toque si no compra.
Prohibido revisarlo por dentro.
 
Es una pieza rara
y, además,  con desgaste; yo les debo
anticipar, señores,
que es un objeto usado, que no es nuevo.
 
Es una antigüedad
vivida entre canciones y silencios,
cansado de preguntas,
surcado de ansiedades y miedos.
 
Es una variedad.
Una especie extinguida en los museos.
 
Pertenece a una raza
sepultada en los fondos del misterio.
 
Algunos estudiosos
afirman que está lleno de  secretos;
que hay signos indelebles
de lágrimas, de músicas, de vientos.
 
Se remata sin base;
y no puede comprarse con dinero.
 
Recibo las ofertas
en constante  y sonante sentimiento.
 
Se remata, señores,
un corazón hallado en el desierto.
 
(del libro: “Poemas sin guitarra”)

Nació en Buenos Aires un 20 de septiembre de 1935. Falleció el 20 de julio de 2009.
Su padre, del mismo nombre, también era poeta. Fue autor de "Zamba para Javier" y "Cantata familiar". Además de su parte artística, dirigió durante algunos años la FM de Radio Nacional y era miembro activo de la Academia Argentina de Folclore, junto a sus pares Rodríguez Villar, Ramón Navarro y Teresa Parodi, entre otros
 

Publicado en : “El Rescatador” - Suplemento  Virtual de Revista Literaria “Mapuche”  - 21 de agosto de 2017.-

Revistas

Camitalalo
Los Arroyos Bajan de las Sierra
Revista Camiare - Comechingon
Nº 1 - Año 2021 - Primavera - Pueblo Comechingòn (Còrdoba) Argentina
34 pàg.
Consejo de Redacciòn: Pamela Barrionuevo, Laura Misetich Astrada Erick Rojas Gòmez - Gabriel Correa - Pablo Reina.
Maquetaciòn y diseño de interiores: Nicolàs Viglietti
Diseño de  tapa y contratapa: Verònica Contreras
Ilustraciòn tapa: Leonardo Reyna.
 
Camitalalo, es una publicación cultural de difusión, investigación y reafirmación de la cultura ancestral comechingón.
Leemos en su editorial: "Somos comechingones. Así de sencillito y sin tanta vuelta. Aunque también nos llamamos camiare, kamiare o camichingones. (...) Es decir: gente de la sierra." El episodio valiente y mágico de autonombrarse y recordar, "fue el que mantuvo la humedad del lecho aparentemente seco de los talalo o arroyos de Nuestra Madre Sierra. (...) Porque así somos los comechingones o camiare: como esos talalo o arroyos que bajan de la Cami, de nuestra Sierra. Camitalalo son entonces los "arroyos de las sierras". Y eso somos. Simples arroyitos que hoy nos permitimos cantar y saltar".
 
Camitalalo
arroyos que bajan de las sierras.

Camìn, en camiarevalle, vallecito. El camiare es es una de las lenguas històricas de nuestro pueblo, aunque existieron variantes del mismo, como así otros idiomas.


Libros

Tinaja  mujer (poemas), de Irma Droz. Santa Marìa de Punilla (Còrdoba) Argentina.
112 pàg. 21 cm x 15 cm. ISBN 978-987-4996-06-0.
Pròlogo: Marìa Teresa Andruetto.
Ilustraciones: Raùl E. Ledesma (Técnica en Punta Seca)
Ed. Quo Vadis Ediciones. Mayu Sumaj (Còrdoba). Argentina
2º Ediciòn
2016.-
 

Esta es mi pequeña historia,
para un destino de cántaro apacible,
donde hubo un tiempo de greda desierta
y una edad para el surco y la siembra.
 
                                                     pàg. 15
 
Voy caminando
 
Voy caminando las calles de mi pueblo,
donde no acaba de morir la tarde
y he sentido de pronto,
como si fuera a terminar el tiempo…
Voy caminando las calles de mi pueblo
y el tiempo ya se acaba
bajo las plantas de mis pasos …
Sobre mis hombros,
se ha puesto a descansar la tarde …
 
Ha comenzado a terminar el tiempo
y las gentes pasan
o están, simplemente.
 
Yo sigo, calle arriba,
bajo el pesado gris de la distancia.
Mis pasos hieren el rumbo,
mientras mis manos  resbalan
el espacio del tiempo que se acaba …
Voy remontando  las calles de mi pueblo,
donde ha empezado a terminar mi tiempo,
mientras no acaba de  morir  de la tarde.
 
                                                         pàg. 19
 
Payaso
 
No sé en qué  etapa de la vida
Me habré metido en su traje.
Mis ojos, casi de niño,
descubrieron que la pena
andaba suelta en la casa …
Después, la encontré en la calle,
en la gente, en el trabajo…
Por eso, al doblar la esquina
me sorprendieron bailando
con un traje de colores
y una sonrisa pintada …
Me tropecé con la envidia
y el cerco de la ignorancia.
Los que no me comprendieron
difamaron mi entusiasmo.
Yo sé que fue una batalla
que gané cuando sentí
que la pena se mudaba,
y una cascada de risas
iba ganando la calle …
Guardo unos ojos de niño
por si va tras de mis pasos,
para derrotarla, al fin,
con  un payaso en mi piel
y un cascabel en el alma.
 
                              pàgs. 21/22
 
Otoño
 
Hojas …
Dorado que se quiebra
junto a la huella del camino.
 
Viento …
Caricia arrebatada
en los cabellos del olvido.
 
Siesta …
Melodía solitaria
para el tiempo detenido
 
                                 pàg.31
 
Tinaja de mujer
 
En el antiguo silencio
de cada vasija añera,
me parece adivinar  tu corazón
Madre Tierra.
El calor de tus entrañas
está vibrando en el rojo
de cada tinaja niña
que arranca de  tu vientre,
porque son ellas tus hijas
Pacha Mama del silencio;
carne de tu misma carne,
fruto eterno de tu suelo …
Tu hombre barro, el que te habita,
el que recibió el aliento
de aquel Eterno Alfarero,
quiso acariciar tu piel
y en esa caricia tierna
se fue moldeando el amor,
hecho tinaja de tierra.
Tinaja Madre, que abriga
un secreto hecho promesa
depositado en su seno.
Sólo ella puede guardar
los milagros de la tierra,
porque ha templado sus carnes
en el calor de la hoguera
que enciende el amor eterno …
 
 
¡Yo soy Tinaja Mujer,
desde el principio del tiempo!
que se ha moldeado en las manos
del amor de mi alfarero;
aquel que hizo mi tierra,
surco fecundo en la siembra
y se fue tornando en llama,
para templarme en su hoguera!
Por eso, hoy guardo un milagro
muy adentro de mi seno,
que va curvando mi vientre,
para albergar con tibieza
este destino de hijo,
que ya está soñando el sueño de tinaja,
Madre Tierra,
o enamorado alfarero.
     
                                                     pàgs. 65/66
 
 
Luces y sombras …
 
Desde la altura de mis años,
la vida me impone una pausa;
y entonces, aparecen las imágenes,
las reconozco, me rodean.
Algunas son luminosas, otras oscuras …
Necesito Luz
para llegar al final de mi sendero.
 
Luces y sombras …
Tal vez fueron necesarias
para reconocer la huella.
 
Presiento heridas en mi Tinaja.
Ya no puedo remediarlas…
Pero en la esencia de obsidiana
que el Universo me concede,
aún recojo el agua fresca de la Vida,
para el ritual de nuevas madrugadas,
palpitante y sutil
Purificada y dispuesta.
 
                                               pàg. 106
 
 
 
…Y este es mi barro
acrisolado en cántaro.
Tan esencial y simple como el agua.
Cálido, como la tierra primitiva.
Mujer-Tinaja, porque Dios lo quiso.
Por el Milagro de la Vida.
 
“… Y si la sed he de calmar de alguno,
que haga durar mi barro, todavía”
 
                                               pàg. 107
 
Irma DrozPoeta, escritora.
Naciò en Còrdoba Capital. Reside en Santa Marìa de Punilla (Còrdoba) Argentina.
Publicò: Tinaja Mujer (poemas)- 1º edición (2003): Mamà Poroto y Puni, la gotita (cuentos para niños); Campanas de papel (poemas); Cautiva, Francisca 
Adaro (poema èpico).


Leyendas Argentinas

 


Leyenda del Toro-Yacu

Cuenta la leyenda que en las volcánicas tierras santiagueñas había hace muchos años una inmensa laguna alimentada por varias vertientes naturales, en esa época los pobladores subsistían de sus siembras y la crianza de animales, ya que todos poseían abundante hacienda. Notaban asombrados que poco a poco desaparecían los animales de los campos. Luego de incesante búsqueda el asombro de la gente no tuvo límites al encontrar a todos los animales reunidos alrededor de la gran laguna. No entendían qué les había hecho abandonar sus corrales y sus campos para hacer ese largo peregrinaje. Era como si una fuerza irresistible los dominara. Entonces un joven y fornido poblador intrigado ante ese hecho se ofreció para cuida el rebaño, con la esperanza de descifrar el misterio. Se instaló debajo de un coloso algarrobo, la siesta caía como plomo candente; la tarde discurrió lentamente hacia su destino de ocaso y el joven decidió volver a su rancho.

Durante varios días volvió a su lugar de observación bajo el algarrobo; obstinado vigìa,barrìa el paisaje con su mirada.

De pronto pareció como que nada se movía. Eso llamó la atención del joven. Comprendió entonces que se había producido un profundo silencio; dos minutos después, el ganado comenzó a mugir como desesperado, todos los animales al borde del agua rasgando con sus pezuñas el barro. El muchacho desconcertado vio que algo comenzó  a emerger de las azules aguas; era un soberbio toro, de unos cuernos reluciente oro que brillaban bajo el sol igual que su dorada piel. El joven enmudeció de asombro, buscó su lazo, revoleó y enlazó semejante animal. Este de un solo tirón se internó de nuevo en la laguna; era bello, colosal, hermoso. Después de entonces todo volvió a la realidad.

Desde entonces se dice que el Toro-Yacu era el padre de toda la hacienda.

Toro-YacuToro del Agua.

 (Leyenda de Toro- Yacu. Las Termas de Rìo Hondo.(Santiago del Estero). Argentina)


Pedro B. Palacios (Amafuerte).

 


Vera violetta!
 
En pos de su nivel se lanza el río
Por el gran desnivel de los breñales;
El aire es vendaval, y hay vendavales
Por la ley del no - fin del no - vacío;
 
La más hermosa espiga del estío
No sueña con el pan en los trigales;
El más noble panal de los panales
No declaró jamás; yo no soy mío:
 
 Y el sol, el padre sol, el raudo foco;
Que fomenta la vida en la natura
Por fecundar los polos no se apura,
Ni se desvía en ápice tampoco …
 
 ¡Todo lo alcanzarás; solemne loco,
Siempre que lo permita tu estatura!
 
Nada
 
En el mar de la esperanza
Boga el hombre de continuo,
Ora errante, ora en bonanza,
Ora en oculto camino.
En la frente desconfianza
De su incógnito  destino,
En el pecho vanagloria,
En el recuerdo una historia.
 
Sigue así, de cada luna
Mirando la faz serena,
Como la humilde laguna
Siempre besando la arena
Sin recompensa ninguna
A su ignorada faena:
Porque es su afán vanagloria
Y siempre igual es su historia.
 
Pasan años siempre ciego,
Llega el fin de su calvario,
Y afán y gloria van luego
Al fondo vil de un osario,
¡Tanto valor, tanto fuego
Extingue un leve sudario!
Es la vida, camarada,
Llama, estopa, viento …y nada!
 

Conocido también por el seudónimo de Almafuerte, fue un Poeta y periodista argentino.
1854  San Justo (Buenos Aires) - 1917  La Plata (Buenos Aires)
Publicò: Lamentaciones ; Siete sonetos medicinales ; Evangélicas ;Poesías ;Poesías Completas ; Nuevas Poesías ; Milongas clásicas, sonetos medicinales y Dios te salve. Discursos ; La inmortal;El misionero ;Trémolo; Cantar de los cantares; La sombra de la 
patria.


Pescado Rabioso

 Grupos y Letras en el Rock Argentino  

Iniciado del alba


Iniciado del alba

 Puedo ver
Aquello que no pensé
Y así es
Que de haber pensado en aquel
 
Con las uvas bajo el sol
Y el temor
Y el agua de la piel
Y así es
Que el viento bruma le dio
Como el beso de la piel
 
(Y aquí se esconde el beso
Sin memoria)
Luna del alba
(Como el beso)
 
Ligustros húmedos
Y el pueblo que amanece sin gemir
 
Puedo ver (Puedo ver)
Aquello que no pensé
Y así es
Que de haber pensado en aquel
 
Con las uvas bajo el sol
Y el temor (Y el temor)
Y el agua de la piel
Y así es
Que el viento bruma le dio
Como el beso de la piel
 
(Y aquí se esconde el beso
Sin memoria)
Luna del alba
(Como el beso)
 
Ligustros húmedos
Y el pueblo que amanece sin gemir
 
(Álbum: Pescado 2 - 1973)
 
Fue un grupo argentino de rock, liderado por Luis Alberto Spinetta, acompañado inicialmente por el baterista Black Amaya y el bajista Osvaldo "Bocón" Frascino. El trío se transformó en cuarteto con la incorporación del teclista Carlos Cutaia. Finalmente David Lebón sustituyó a Frascino.


Historias de: . .. Cosquìn


La Mandinga

Cuando en 1958 llegué a Cosquín, una vecina anciana, llamada Anita, me contó esta historia. Las márgenes del río, ese lugar que después llamaron La Mandinga, estuvo habitado por nueve indios que vivían de robos, asaltos y disturbios; los llamaban “Los Mandingas”. Eran altos, oscuros, con cabelleras largas y negras, llevaban poca ropa, hecha de cueros y ceñían sus pantalones con sogas y nudos rústicos. Nadie, sin embargo, sabía que uno de ellos era una mujer. Ella vestía de la misma manera; de ese modo pasaba desapercibida entre los hombres, sus compañeros, que la trataban como si fuera uno más. También se ignoraba de dónde habían venido pero todos les temían. Una noche, el cocinero de una posada que asaltaron los persiguió a caballo y alcanzó a la india. Creyendo que era un hombre comenzó a propinarle una soberana paliza y logró que la india gritara de dolor. Asombrado el muchacho le arrancó el chaleco con la camisa y  descubrió el engaño. Acurrucada en el piso, la mujer lo miraba llena de espanto, pero sin llorar. El hombre en un arrebato de vergüenza la cubrió con su abrigo. Luego, dejándola ir, la ayudó a montar el caballo, que misteriosamente no se había espantado y esperaba manso allí, a su lado. Desde entonces, cuando se escuchaba un tropel de caballos en las proximidades del lugar, el cocinero decía. –“Allí están, ésos son los indios de La Mandinga”. Ana contaba que, tiempo después, el cocinero Juan, que así se llamaba el muchacho, trajo una mujer de piel oscura a su casa, con ella formó su familia. Los indios se dispersaron y desaparecieron. Tal vez se afincaron en otro lugar, pero nadie supo exactamente qué rumbo tomaron. Yo siempre me pregunto…¿habrá podido acallar esa mujer con piel color de tierra los gritos rebeldes de su corazón para vivir una vida entre puertas, cerrojos y paredes? No lo sé… pero… eso sí, por las noches, durante mucho tiempo… se escucharon, y aún hoy se escuchan, alrededor de lo que fue después el barrio de “La Mandinga”, relinchos y el trotar de un caballo, que parece amansado por indios, al que nadie nunca ha podido ver.

Nilda María Sampaoli.  
Escritora.
Cosquìn (Còrdoba) Argentina


Jorge Tarducci

Voz plateada
 
La luna me dictó
una palabra...
era plateada su voz
...aunque ronca;
y en un instante un rayo...
me atravesó, sin piedad.
 
 
Viento Furioso
 
Sereno descenso,
voraz inmiscuirse
en los pliegues
intrincados, brumosos;
del viento furioso,
que noche y día
suele sacudirnos.
 
 
Ingenioso gienecillo
 
Ángel des-alado,
indómito y blancuzco,
que trepa espacios,
en alineadas columnas decoradas…
ingenioso geniecillo
no ensombrezcas…
los días sin horarios,
de maniquíes estatuarios.
 
Poeta
Venado Tuerto (Sta Fe).  Argentina.
Publicò:: Curte, obliga y plasma.;  Surco y Esencia ; Antología. 3(Recopilación)


Orlando Valdez


El color de la noche
 
todavía veneraba
cuando se iban
las estrellas
el color de la noche
la rompiente madrugada
el cantar
de golondrinas
y jilgueros
y el cielo
y el final
entonces
comenzaba
y el día
era de otros
 
Grisàcea
 
bajo la niebla
será partido
el verso
en marzo la luna de titanio
del horizonte picanesco
en junio el carmín
el poder de los grillos
tala el silencio por el límite
el azar el escondite
un muerto por siete colores
grisácea jamás avisa
empieza tibia
después arrebata
no teme quedar sin morada
 
(del libro: “El hondo silencio de la locura”)
 

Poeta.
Rosario (Sta Fè). Argentina.
Publicò: Zedlav ; Setenta veces siete más de tres veces; La insólita simetría; El mezquino trazo del acto; La cobardía feroz del silencio; El hondo silencio de toda locura.


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   Nos vemos en  el próximo número 99 - Invierno 2022

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